30 jul 2010

Licantropía

Cosas que debo enseñar a mi hijo:
a hablar con la mirada,
a trabajar la tierra,
a leer, a escribir
y a sentir el fresco del aire solano del alba.
A buscar espárragos y a pegarle al saco.
El juego impertinente de las golondrinas,
las formas que las nubes nos regalan
también debo enseñárselo.
A mirar las estrellas en silencio,
sin preguntas, sin conclusiones
y, por supuesto,
a aullar desnudo a la luz de la luna.
¡Auuuuuuuuuuuu!

Curro Jiménez Melero -NG-

28 jul 2010

Los libros que dejamos


¿Cuántos libros prestáis? ¿Cuántos libros todavía no os han devuelto? ¿Cuántos y a quién se los prestáis? ¿Os duele?

Los neogomorritas perdemos libros, los dejamos esturreados por ahí y luego, cuando los echamos en falta, no sabemos a quién se los dejamos o si los perdimos en alguna farra.


Esta etiqueta viene a poner orden en el cuartel. Inventamos etiquetas para ordenar y cuadricular nuestras vidas. Etiquetas para sistematizar o levantar paredes maestras. Mierda de etiquetas.

Ayer le dejé 2666 a un grandísimo lector. Un tipo de los que aprietan en las asambleas para que cada vez haya más actividad cultural. Un lector que también mantiene un blog desde hace algo más de un año: cultura y anarquismo.


Los otros cuatro libros que dejé ayer constituyen una pequeña colección de mis lecturas pretéritas más recordadas. Son el primer libro de Miriam Reyes, Bella durmiente, un poemario de una fuerza increíble que, bajo nuestro punto de vista, ha sido el mejor de la autora. Leviatan, de Paul Auster, del que hablamos hace poco. Cosas que hacen BUM, de Kiko Amat, un libro que perdí en un autobús cuando me quedaban treinta páginas para acabarlo (completamente lleno de anotaciones) y que tuve que volver a comprar. Y 68, de Paco Ignacio Taibo II, un precioso libro basado en la experiencia revolucionaria mexicana, al que guardo un cariño especial porque me lo regaló un compa desde la cárcel, donde pasó cuatro años por un montaje policial.


Los años detrás del mostrador (el de los bares donde curré y el de la biblioteca municipal) me marcaron demasiado. Y así paso mis días... Leer y beber, todo es empezar.

26 jul 2010

Voces del extremo 2010

Ya queda menos. Apenas unos cuantos días para que desembarquemos en Voces del extremo. Seremos tres los ciudadanos de Nueva Gomorra que nos plantaremos en Moguer: Ángel Rodríguez, Yolanda Ortiz y Juan Cruz López. Todo un privilegio para nosotros, compartir espacio con poetas que admiramos como Enrique Falcón, Eladio Orta, Juan Antonio Mora, Isabel Pérez Montalbal o Sergio R. Franco. Qué satisfacción, queridos metecos, paseantes de la city, sabernos rodeados de gente que siente la literatura como un puñal.

Agradecidos quedamos desde ya al responsable de que, año tras año, se siga celebrando esta fiesta de la poesía. Antonio Orihuela, militante de la vida y de la literatura, anarquista a secas, uno de los tantos y tantos poetas que trabajan por reconquistar el espacio público, por sacar al poeta y la poesía de la guerra de banderías o la automarginalidad. Con él estamos por hacer de la literatura un cañón de acero. Con él estamos por apostar decididamente por multiplicar los frentes desde los que transformar la realidad. Transformala para hacerla grande, digna y horizontal.

25 jul 2010

A tiro limpio, de Boris Vian


Desconocía la existencia de esta obra. En el prólogo el editor nos dice que era inencontrable en español. Pero es Boris Vian, de eso no cabe duda, uno de carácter menor, pero, no obstante, divertido y absurdo como él solo. Sí, aquí sí, divertido, absurdo y de un narrar trepidante. Un Boris Vian al estilo pistolero.

No le pidáis coherencia a la historia. No le pidáis tensión y peso argumental. Porque A tiro limpio es una novela para partirse el culo de risa y para disfrutar, de una manera veloz, mientras uno pasa página tras página a mil por hora. Si tenéis sentido de humor y os gustan las historias violentas de final incalificable, este es vuestro libro. Yo lo he sacado de la biblioteca provincial (sección de novedades).

24 jul 2010

Lulu on the bridge

Si miras fijamente a Mira Sorvino (qué apellido, parece una poeta de la Generación Ausente) te duele la barriga. Al Noruego y a mí nos pasa. Porque nos (son)gusta mu(n)cho. Aunque lo importante, de lo que se trata aquí, es de que le echéis un ojo a la peli (si os llama la atención, claro). Paul Auster es el director.

-¿Paul Auster?

-Sí, hombre, ese tipo que se llevaba hace algún tiempo pero que ahora es un pesao, un plasta, con su libro por año y sus pelis aburridas...

Seguro que ya sabéis quién es. Para mí sigue siendo uno de los tipos con más talento e imaginación que he leído. Leviatan y La trilogía de Nueva York me siguen pareciendo sus obras mayores... Algún día alguien escribirá La trilogía de New Gomorre, pero no será lo mismo, porque será un libro de risa... Si dices trece veces seguidas New Gomorre te trasformas en un extraterrestre.

22 jul 2010

El viejo que come carne de membrillo


He salido de casa
(por llamarlo de alguna manera)
cerrando puertas
y dejando humores tras ellas
y como si de un perro se tratara,
he empezado a caminar por la calle,
por esta calle de la que no espero nada,
a lo más, un disparo que no iba dirigido a mí
o una mamada
(ambas cosas en este momento serían de agredecer).
Me he sentado en un bar:
camarero, una jarra de cerveza.
A mi lado, un viejo indigente,
trashumante, transeúnte,
se encontraba comiendo membrillo
acompañado por una coca-cola
(que se jodan los antimultinacionales, ahora explicadle que
bebiendo coca-cola está fomentando su pobreza)
y con una navaja, cortaba pequeñas miajitas de pan
(señal de tener los mismos dientes que una paloma).
Me he visto reflejado en sus pupilas
a la tercera jarra, borracho.
He pagado, me he levantado de la banqueta
y he vuelto a casa
como el guerrero
que ha perdido una batalla.
Hoy podría contar con los dedos
de mi mano
las palabras
que han salido de mi boca.
Solo pensando en las rimas del poeta especialista en cortejar a putas.

Curro Jiménez Melero -NG-
(Poetica Seminarii, julio-agosto 2007).

21 jul 2010

Verano


Verano infierno.
Apesta
la soledad a solas...
Aquí presente
una vez más
mi soberbia terquedad
contracorriente.

JCL -NG-

19 jul 2010

La canción de la semana



-¿Qué significa eso de la canción de la semana?
-Yo tampoco lo acabo de saber muy bien.
-¿Entonces cómo te explicas mi interrogación?
-Podría ser un correlato de tu más que demostrado instinto de sabueso.
-OK. Pero por qué esta canción de los Arctic Monkeys...
-A nosotros nos gustaba.
-¿Por qué?
-No sé. Supongo que por sus alrededores.
-Una vez más, a qué te refieres...
-Hablo de la madriguera que parece acogernos cuando menos lo sospechamos.
-¿Un refugio?
-No exactamente. Hablo de la suerte que se tiene a veces... Una mujer a la que amar y que nos amen. Hablo de la paz y del trabajo, honesto y decidido, por lo que uno cree. También hablo del privilegio de saberse sano, nada más y nada menos...
-¿Sano como un conejo blanco?
-Sí tú lo dices... Creo que estás loco.
-¿Sano como una perra en celo?
-Lo que tu digas, payo. Lo reduces todo a una verborrea trepidante.

17 jul 2010

2º poema veraniego de Philip Rogina


Este poema lo escribió Philip en una noche de tormenta de verano. Curiosamente, son pocos los poemas en los que encontramos un tono tan visceralmente entregado a reflejar su más que prosaica cotidianidad. Se diría que en los poemas de esta serie, Philip intentó dejar atrás los innumerables problemas derivados de la relación con su mujer. Un momento de calma que precisamente le sobrevino en un verano caluroso en el que no fueron infrecuentes las tormentas.


ii

No,
a nosotros no
nos detiene este calor,
pegajoso como una trampa
para ratas.
A nosotros por lo menos
no.

De hecho,
lo que más hacemos
en el centro
justo
de este infierno tropical
es follar
como salamandras,
cuerpo contra cuerpo
y por detrás.

El ojo de tu culo
es la boca
del final del mundo.

16 jul 2010

Mientras viajo

Mientras viajo en el penoso autobús que la compañía aún mantiene en servicio a pesar de tener más que cumplida su etapa de vida útil -hay que reducir costes y aumentar la competitividad nos dice la vorágine capitalista-, apago el reproductor mp3 de mi terminal móvil y casi por arte de mágia soy consciente de la existencia de la gente que me rodea.

No lo hago a posta, pero lo hago... Comienzo a reparar en las conversaciones de la gente que me rodea: ¿Viste el gol de Iniesta? Si es que son unos fenómenos -le dice el individuo situado en el asiento de mi izquierda a su contertulio. Seguramente en unos meses, cuando el vergonzoso negocio conocido como liga de fútbol profesional comience, dedicará unas palabras bastante menos agradables a "esos catalanes separatistas e hijos de puta", a juzgar por la camiseta de Cristiano Ronaldo que luce.

Intento apartar la parte consciente de mi entumecido cerebro de ese hilo de conversación pero por desgracia, mi maldita y pérfida agudeza auditiva capta el sonido de dos voces más agudas. Se trata de dos chicas jóvenes de no más de 20 años que ocupan su asiento delante del mío. Solo escucho las cuatro primeras palabras: lo dijo la Esteban.

Hago click en el botón de play de mi terminal móvil y escucho la divina melodía de Karl Orff... Ya he tenido suficiente realidad por el momento. Esta mañana pienso que aún hay esperanza para esta deplorable y lastimosa sociedad y no quiero joder el día escuchando la triste realidad... Me reclino en mi asiento, disfruto de la música y medito.

DamnWiget

15 jul 2010

Fractal

Sitúate justo en mitad
de una gran salina,
donde haya solo dos planos,
el del cielo y el del suelo lleno de sal.
No hay montañas ni nada que interrumpa
la rectitud de la visión hasta el horizonte,
es más, imagínate que toda la Tierra
fuera una gran bola de sal
y tú estuvieras situado en un punto de la misma
totalmente erguido.
Pues bien, ahora imagina
que de tus propios pies nacieran unas líneas rectas
en dirección a los puntos cardinales
(considerando que hay tantos puntos cardinales
como ángulos tiene una circunferencia).
Verás que desde ese punto
que llamaremos punto de origen (PO)
tendrás 360 posibilidades
de andar en una dirección (A).
Pero ahora imagina que el plano
donde te encuentras (PO) se inclina 1 grado,
por ejemplo, hacia el frente...
Podrías repetir la misma operación
otras 360 veces (A + 1 grado), continuando
con la inclinación hasta alcanzar los 360 grados (A + 360 grados).
Y eso sin calcular las posibilidades que habría
si nos inclináramos hacia la derecha o la izquierda.
Entiendes ahora por qué León Felipe confundió
una estrella por la luz de una posada.

Curro Jiménez Melero -NG-

13 jul 2010

Vidas escritas, de Javier Marías

Los libros marinos de Joseph Conrad son tantos y tan memorables que siempre se piensa en él a bordo de un velero y se olvida que los últimos treinta años de su existencia los pasó en tierra, llevando una vida insospechadamente sedentaria. En realidad, como buen marino, detestaba viajar, y nada lo reconfortaba tanto como estar encerrado en su estudio, escribiendo con indecibles dificultades o charlando con sus amigos más íntimos. Aunque lo cierto es que no siempre trabajaba en las habitaciones destinadas a ello: hacia el final de su vida se escondía en los más remotos rincones del jardín de su casa, en Kent, para garabatear papelajos, y hay constancia de que durante una semana se anexionó el cuarto de baño sin dar explicaciones a su familia, que vio muy restringido el uso de esa pieza durante aquellos días.

12 jul 2010

De reojo eres tan pequeña...

De reojo eres tan pequeña
que incluso hormiga podría destrozarte con sólo un pisotón,
un antenazo o un leve movimiento de sus minúsculas y destructoras fauces.
Pequeña y silente como guijarro bajo el agua
que corre y se arremolina sentado en su piedra de espalda.
Si te miro tranquilo, sin que casi tú lo notes, tan leve eres
que con un adoquín tallaría tu cama y una gamuza sería tu manta.
Pequeña como el tamaño de un hombre que en su silencio te clama.

Ángel Rodríguez López

9 jul 2010

Escorpión

Escorpión; así se hacía llamar, no me preguntéis por qué. Sobre su espalda acechaba un escorpión de 15 centímetros, tatuado a tamaño real, no se si una variedad de Durango, Jalisco o Nayarit. Aquella bestia se apostaba sobre su espalda en sentido longitudinal, con la cabeza mirando hacia abajo. Su tonalidad variaba del negro al carmesí, y medio palmo por debajo de la nuca se situaba su telson –un diamante negro tallado en mil facetas–que sostenía un prominente y afilado aguijón de color púrpura. Escorpión había nacido a finales del mes de junio del año 65 o 66, es decir, el día de su nacimiento el Sol atravesaba la esfera celesta a la altura de la Casa de Cáncer. Eso convertía a Escorpión en un cangrejo, un cangrejo cargando un aguijón de apariencia estremecedora pero un maldito cangrejo al fin y al cabo, aunque después de darle algunas vueltas llegué a la conclusión de que, en el fondo, se trataba de un cangrejo travestido de escorpión, aquel hombre había nacido bajo el signo equivocado y este hecho había creado en su espíritu una falla tan abrupta como insondable, una especie de desfase, de dislocación o desajuste espiritual que intentaba pero no conseguía equilibrar. Esta y otras cuestiones lo convertían en un ejemplar especialmente peligroso: importaba un carajo que fuese un alacrán o un cangrejo de cinco pares de patas: no era muy inteligente quedarse a comprobar la calidad de su veneno.

Desde chiquito ya se le veía un algo especial, los viejitos se golpeaban con el codo en las costillas al verlo pasar, Escorpión tenía un no se qué, y según cuentan, aparentaba ser mayor de lo que realmente era. Esta consideración, sin embargo, para nada se debía a su aspecto físico, de constitución más bien enclenque aunque dura y fibrosa, diríase reconcentrada, sino a cierto ateismo socio-emocional al respecto de lo que debía o había de hacer en relación a su edad, compañía, clase social o circunstancia, como si ya de pequeño Escorpión hubiese entendido que las generaciones, las reglas, las convenciones y demás artimañas no tenían otra función que la de disuadir a los idiotas de un cuestionamiento de la orden, que la de degollar a becerros recién destetados, o reducir una extraordinaria variedad de mentes enfermas, mediocres o exquisitas a patrones de comportamiento y números de cuatro cifras abstractos y grandilocuentes.

Le llamaban Escorpión, aunque su verdadero nombre era Oliverio. Lo conocí una noche en una taberna de mala muerte después de que alguien me indicara que él era el hombre al que andaba buscando. Después de una docena de cervezas me confesó una vieja anécdota que le había ocurrido cuando niño, y un litro de alcohol más tarde nuestro trato se cerraba entre los efluvios acres de la taberna, el cata-crac de las bolas de billar en la rompida y la celebración de una muerte anunciada a la que, aparentemente, todo el mundo conseguía dar esquinazo a cada paso, a cada sorbo y paladeo de una vida que sabía a poco más que a nada. Sus padres, mestizos exiliados a la flor de la edad, habían olvidado su lengua y sus costumbres ancestrales y ya ni siquiera recordaban el lugar del que procedían, supongo que un pequeño pueblito del interior acostado entre las honduras de un valle o asomado al precipicio sobre los riscos del infierno, un pueblito estrangulado y sometido a golpe de bastón y desprecio, cruces de madera y un torrente de alcohol casero llamado “Desatascador”, sus padres, como decía, miserables braceros que vagaban de acá para allá por aquellas tierras del Señor, surcando los caminos del carretero, sacando punta a la miseria y ropa de los despojos, segando el cereal en verano y comiendo de la fruta que los márgenes del río regalan a los que nada esperan ya encontrar más allá del próximo recodo.

Cuando Escorpión apenas contaba con doce años de edad, el hermano de su madre envió una carta apremiando a la familia para que se desplazara a una finca situada a unos ochenta o cien kilómetros al sur, siguiendo el curso de río, en algún lugar situado junto a las primeras estribaciones de la cordillera. Algo así como: hey hermanita, la temporada de recogida comienza en treinta días, dense prisa que les tengo guardada una barraca al lado de mi chozo, ya se lo pueden imaginar. Así que se embalaron cuatro trapos, tres cucharas, tres escudillas y una cacerola dentro de una bolsa de lona deslabazada, se fijaron los sombreros de paja agujereados sobre las cejas y se anudaron los pañuelos al cuello. Y a caminar, que hay prisa. El pequeño Oliverio ya era ducho en las tareas más demoledoras y había gastado media vida sirviendo de aguador en sembrados y plantíos abrasados por el sol, cargando fardos y esportillas de fruto, grano, hortaliza o legumbre, embarrado hasta la cintura en agotadoras jornadas de doce horas regadas por los aguaceros de marzo, pero el patrón que los iba a contratar no permitía que los chicos menores de 16 trabajaran sus tierras. Así que, por así decirlo, aquellos dos meses pasarían a su memoria como un tiempo idílico, mítico y humeante, algo bastante parecido a unas vacaciones de verano para alguien que nunca había ido al colegio ni conocía el significado de estas cosas tan fútiles.

Philip Rogina y su viaje a México

Sabemos por unas fotos con su mujer, Patty, que Philip Rogina estuvo en 1968 en México, no sabemos si disfrutando de aquellas olimpiadas míticas. El 68, cuando el mundo pareció venirse abajo... No sabemos exactamente qué fue lo que llevó a Philip y a su mujer a pasar aquel largo año viajando de un lado a otro de México. A partir de ahí empiezan, como siempre ocurre con la vida de nuestro poeta, las especulaciones. Algunos investigadores de la Generación Ausente sugieren que Philip huyó a México intentando evadirse de la justicia estadounidense (que le reclamaba por haberle pateado la cabeza a un trompetista amigo de su mujer). Otros dicen que Philip y Patty planearon aquel viaje para darse una segunda oportunidad. El poema que a continuación reproducimos está fechado el siete de agosto de 1968.

La luz del sol
reflejada por el mar
ahora en tus ojos.
El viento
meciendo tu pelo
de Medusa canadiense.
Una gota de sudor
lamiendo tu pezón derecho
mientras yo finjo leer.
Una brisa tibia
inflamando
nuestra esperanza salvaje.

En esta hora
es posible soñar
y sueño.

Hace veinte días
hubiera querido matarte,
pero hoy no
y eso me parece suficiente.
para ser más que feliz.

7 jul 2010

La historia del Ciudadano X

1.

Dentro del texto. Ese lugar es el que ha elegido el Ciudadano X para esconderse. La caja texto, claro, pero también la literatura, como papel tintado para decorar las paredes de la mazmorra que ha de acogerle. En la puerta de la cárcel, el lema ARBEIT MACHT FREI. O algo parecido.

¿Qué puede hacer que un hombre busque refugio en el silencio? ¿Qué provoca la necesidad de huir con todo a cuestas? ¿Dónde se oculta el motivo que obliga a un joven -pongamos por caso el mismo Ciudadano X- a desaparecer?

-Dentro del texto -se dice- será dónde nadie podrá encontrarme.

Y eso es verdad. Se siente seguro en el centro de una obra que se niega (de momento) a ver la luz. El relato inédito como seguro de vida, país en tregua o salvoconducto. Un lugar cuyas fronteras traza a golpe de palabras. Un territorio en donde impera la ley de un solo señor: el Ciudadano X.

-Este es mi sitio. El lugar donde desaparece el mundo. Fuera de la vida.

2.

Solo que la historia no la controla ni siquiera quien la escribe, pues la obra literaria tiene vida propia y no pertenece nadie, mucho menos al autor. Y en la historia del Ciudadano X pasa algo que nos obliga a preguntarnos:

a) ¿Qué pasaría sí la obra donde se encierra el protagonista de nuestro cuento ve la luz?

b) ¿Seguiría existiendo algo parecido a eso que llamamos encierro?

Ni siquiera nosotros, que saltamos sobre el teclado como si jugáramos a las damas, sabemos la respuesta. Tan solo podemos aproximarnos a la posible contestación del Ciudadano X. Es la siguiente.

- Si el cuento viera la luz, por supuesto que seguiría existiendo eso que llamáis encierro. Pero habría una diferencia: si la historia quedase bajo la luz de los faros del viejo Mustang que es el reconocimiento, mi cárcel pasaría a ser pública.

Todos preguntamos ahora: ¡qué demonios significa eso!

-Significa que en vez de un escritor sería algo parecido a un mono de feria.

Juan Cruz López -NG-

6 jul 2010

Sostiene Pereira


Escúcheme, señor Pereira, dijo el delgadito bajo, no me obligue a usar la pistola, tengo unas inmesas ganas de meterle un balazo en la garganta o quizá en el corazón, que es su punto débil, pero no lo hago porque no queremos muertos aquí, hemos venido solo para dar una lección de patriotismo, a usted también le convendría un poco de patriotismo, visto que en su periódico no publica más que a escritores franceses. Pereira se sentó de nuevo, sostiene, y dijo: Los escritores franceses son los únicos que tienen valor en momentos como éste. Déjeme que le diga que los escritores franceses son una mierda, dijo el delgadito bajo, tendrían que ir todos al paredón y habría que mearse encima de ellos una vez muertos.

3 jul 2010

Hago de la poesía...


hago de la reflexión
un ejercicio
estético
o
poético

manejo la poesía
en mi vida cotidiana
de
manera
enfermiza...

es el barroco
poético
vital...

soy una barroquil
de la rama de los
realvisceralistas...

Julia Cortés Campos -NG-

2 jul 2010

Así son la cosas


Así son las cosas.
Nadie dijo
que la vida es justa
ni que las costas del juicio
habrían de pagarse a medias.
Nadie dijo nada.
Y ahora aquí nos vemos,
con tanta historia a cuestas,
como seres deseducados,
sin camino que recorrer
ni certezas en los bolsillos.
Solo que tampoco aquí
nadie dijo
que las ganas de seguir andando
se repartirían
de manera equitativa
y así estamos:
tú con ganas de comerte el mundo,
yo con ganas
de que el mundo me coma
de un bocado definitivo.

Juan Cruz López

1 jul 2010

27.03.04


Ya no me parece tan extraño. Cada náufrago siempre lleva consigo su isla. Hoy es día impar y libra el autoengaño, y aunque ya sabes lo suficiente no eres capaz de dejar atrás la primera huella de tus zapatos baratos. ¿A qué has venido? No estás demasiado seguro. ¿A qué vienes? ¿A observar a la gente? Resulta irónico observar a los demás, si ni siquiera eres capaz de verte a ti mismo.

El náufrago lleva consigo su isla... y su soledad.

José J. Cerezo Cantero
(Poetica Seminarii, julio-agosto de 2004)