23 abr 2011

Sueño

Soñé con una noche de invierno, fría y clara, como otras noches de invierno que prestan escenario a mis historias. Soñé con una noche y esto si es verdad, y con un gran fuego que iluminaba una pradera inmensa. Reconozco que la escena se parece a una ilustración que aún recuerdo de un libro de historia de sexto de EGB, concretamente un dibujo que pretendía reconstruir una asamblea de guerreros godos o germanos, todavía lo ignoro, pero al fin y al cabo una asamblea de los pueblos que destruyeron el Imperio Romano de Occidente. Pero en la pradera de mi sueño no había ningún guerrero barbudo y corpulento que cargase sobre sus hombros un hacha de doble filo o una espada de highlander, qué va, en mi sueño, mi relato, hay un grupo de gente joven, algunos también viejos, de pie y en círculo, sus rostros iluminados por el reflejo de una hoguera que pintaba de rojo el negro de una noche que imaginaba (¿soñaba?) como solemne. Son escritores.

Soñé también que en ese momento, y aquí viene el punto incomprensible y humorístico de la historia, aunque esto último lo juzgarán ustedes, soñé, decía, que un topo pasó rápidamente de un lado al otro del círculo, trazando una línea recta de tierra removida bien visible para todos. Entonces alguien habló en mi sueño: era un chico joven, de mirada ambiciosa y frente amplia, apuesto, parecía que seguro de sí mismo. Luego soñé que el joven sacó de su bolsillo un papel y gritó que «de este lado, lo pone aquí, quedan los que creen en la literatura dura o lo que algunos llaman la literatura de verdad». En ese momento, todos los que se encontraban al otro lado de la línea trazada por el topo ciego, cruzaron medio avergonzados, aunque solo algunos, porque el resto de los que cruzaron lo hicieron con el gesto altivo, como expresando que cruzaban convencidos o que cruzaban porque en aquel papel habían encontrado un manual de instrucciones para saber qué demonios era la verdad.

Dije que todos cruzaron al lado del joven del papel, pero lo dije mal, porque soñé que una mujer vestida de blanco, seca como una estaca y oscura como la noche, se quedó sola del lado de la literatura sola. Soñé también que en ese momento, cuando ya habían cruzado todos al otro lado de la línea trazada por el topo, aquella mujer esgrimió también un papel, un papel donde se podían leer tan solo unas palabras, y dijo que de su lado, del lado de la mujer de blanco, quedaban todos los que creían en la literatura a secas, la literatura dura o lo que algunos llaman la literatura de verdad, y les dijo también que miraran el papel del joven escritor apuesto.

Soñé entonces que casi todos se echaron las manos a la cabeza cuando alguien gritó, con la voz quebrada por el terror, que el papel que tenía el joven escritor no era sino una burda fotocopia del papel de la mujer de blanco. Ella se quedó sola.

- De Cuento y aparte, Juan Cruz López. ¡Feliz Día del Libro!

21 abr 2011

Una casa para todos


La casa de Nueva Gomorra sería como la de Hazel, llena de música y amigos, donde unos descansan mientras otros hojean revistas o juegan distraidamente al ajedrez. En sus jardines se puede brincar encima de coches destrozados. El baile de disfraces es casi permanente. La casa de Nueva Gomorra está llena de cuadros y su biblioteca es gigantesca. Está lejos de los nazarenos y los pasos, de los faranduleros, y cuando llueve, cuando caen chuzos de punta, sigue estando viva, tan llena de vida que a veces asusta. La casa de Nueva Gomorra es un hormiguero. Sus habitantes, aún tocados por la suerte, una suerte pequeña que aun ignoran pero que está ahí, aman el jazz, aunque son un poco grunges. Que los chicos que habitan bajo sus cuatro paredes sean un poco desastrados no significa que no sean elegantes. Muy al contrario, la casa de Nueva Gomorra se levanta sobre los cimientos de un hacer y deshacer paciente pero implacable. Alguien ha pensado alguna vez la sombra de belleza clásica que oculta eso que llaman determinación... Sí, la casa de Nueva Gomorra está abierta de par en par. En ella pasa el tiempo, aunque de forma lenta, muy lenta, y eso nos gusta.

19 abr 2011

Diario, de Hélène Berr

Por la noche, Olléon se queda hasta las ocho. Me cuenta la detención de los Rosovsky, la escena me ha perseguido, su recuerdo me ha atormentado. Veía la velada, con aquel hombre y aquella mujer, rusos blancos, resignados a que les detuvieran, tras haber confiado un niño a Olléon; la mujer, una rubia encantadora, pero enferma y exangüe, tendida sobre el diván, con los ojos abismados; el hombre al que intentaban hacer que bebiera para que cambiase de opinión; y después... Drancy, la deportación, la mujer sin duda muriendo en el camino.

18 abr 2011

Fiebre de luna llena


Como cuando sencillamente dejas pasar
Algunos fugaces momentos,
Como tocado por las musas,
Sin tan siquiera intentar escribir nada.
Cuando sientes que todo se detiene,
Aunque sólo sea por unos instantes casi eternos
En los que parecieras esperar algo,
Como bajo una fiebre de luna llena.
Aunque a veces sea como si se hiciese difícil
Seguir adelante, entre las sensaciones
De tanto antiguo amor.

Antonio Palacios

-Foto de Julia Cortés Campos.

17 abr 2011

De mecánica y alquimia, Juan Jacinto Muñoz Rengel


Acaba Poetica 2011 y empiezo a desembarazme, poquito a poco, de las voces de Gamoneda y Luis Antonio de Villena, pero también de las de José Luis Morante, Inmaculada Garrido y del resto de poetas que me han invadido esta semana. Uno de ellos, Gottfried Benn, me habló desde su tumba a través de un libro (Morgue) que me dejó Bernardo, con el que suelo intercambiar lecturas, y a quien tengo que agradecer que me haya prestado el mejor libro de relatos que he leído en años. De mecánica y alquimia, se llama, y lo firma Juan Jacinto Muñoz Rengel.

Esta colección de cuentos no lo es tanto, es decir, las fronteras entre los distintos relatos son difusas y es notable la presencia de elementos narrativos que juegan un papel múltiple. Frases, personajes, guiños de estilo, que van apareciendo como fantasmas por las diferentes habitaciones de esta casa de ficción diseñada por el autor. Acierto ahí, pero también en la manera de interpretar el género fantástico. Porque son eso, pequeños cuentos ambientados no sé sabe muy dónde, aunque algunos sí, pero al fin y al cabo relatos donde la ficción fantástica se va vistiendo con trajes de época, ya que las historias que cuenta Muñoz Rengel tienen su casa en el tiempo que va desde la Edad Media hasta nuestros días, y más allá.

Sin duda sería difícil, muy difícil, elegir un cuento con el que quedarme, pero El sueño del monstruo trapa de tal manera que después de leerlo he tenido resaca durante horas. Hablo de la dificultad para seleccionar uno de los cuentos como el mejor y digo que esa dificultad viene dada, entre otras cosas, porque quizá lo mejor del libro sea la atmósfera tan partícular que el autor logra generar conforme uno va leyendo. Una atmósfera de misterio, donde los personajes de cada relato parecieran conocerse de toda la vida, es decir, como si fueran vecinos que habitasen esas páginas desde el medievo. Una atmósfera que, al menos en mi caso, me ha facilitado una lectura pasional del libro.

Una grata sorpresa, qué duda cabe, pues aunque esta obra lleva editada algún tiempo y ha recibido importantes premios, no me había cruzado con ella anteriormente.

13 abr 2011

Teoría del sueño, un poema de José Luis Morante


Todo sueño cumplido es prematuro.
Su tácita presencia pone en duda
que hasta ayer mismo fuera
objeto de un afán cuyo rescoldo
no se apagara nunca.
La posesión no acalla
esa voz inquietante
que aspirara a lograrlo
ni da paso a la tregua que permite el sosiego.
Intangible y fugaz
como el vuelo de un ángel,
los perfiles del sueño no conocen
la hondura hospitalaria del espejo
ni el peso de la luz.

-De Un país lejano (DVD ediciones, Barcelona: 1998)

12 abr 2011

Sobrevuela en círculos un buitre


Sobrevuela en círculos un buitre de aire viciado
sobre el cenicero
de mi ombligo deshilándome la trinchera en un
z
o
o

d
e

m
o
s
c
a
s
itinerantes
cada una con mi cara entre los barrotes

Isabel Tejada (Bel)

11 abr 2011

Estatua de sal


mapas
apuntes
notas al margen
cuadernos de alfabetización
fotos
diarios de campo
billetes de autobús
correos electrónicos
repletos de advertencias:
no pagar a los informantes,
decir que eres maestro,
no criticar al PRI

fragmentos
de un viaje
con el que naufragó
otra juventud posible,
otra identidad posible

caminos barridos
por el viento

jamás aprenderé la lección
de la hijas de Lot

Juan Cruz López

10 abr 2011

Morgue, Gottfried Benn


- Hermosa juventud -

La boca de una chica que llevaba ya tiempo en un juncal
parecía roída.
Cuando se le abrió el pecho, el esófago estaba agujereado.
Por fin, entretejido debajo del diafragma,
un nido apareció con crías de rata.
Una de las pequeñas hermanitas había muerto.
Las otras vivían a base de hígado y riñones,
bebían las sangre fría y habían
pasado allí una hermosa juventud.
Y rápida y hermosa también llegó su muerte:
las tiraron al agua todas juntas.
Sus hociquines, ¡qué grititos daban!

7 abr 2011

La puta que salió de mi portal


Ciega, dame tu boca,
deja que huela otra vez tu cuello,
ese olor tan lleno de un blanco espiritual.
Alimenta mi enfermedad mental,
vuélveme loco.
¡Baila!
Danza junto a mi hoguera,
emborráchate y aprovéchate de mí,
viólame,
bésame,
tócame,
que hoy necesito sentirme vivo,
que hoy necesito unas manos
aunque estén llenas de garras,
que hoy necesito un aliento
aunque sea de fuego,
que hoy necesito un corazón
aunque no lata
y una voz
aunque no escuche.
Mientras te follo
me pides que te recite un poema,
el poema más bello que conozca.
¿Qué poema?
Si ahora mismo no hay poema más bello
que tu aliento en mi cuello.
(Tengo hambre).

Curro Jiménez (Poetica Seminarii, Septiembre-Octubre 2007).

Suicidio


Puso flores en el balcón
Para atraer a las abejas.
No buscaba su miel
Sino sus aguijones.

Manuel Fernando Macías

5 abr 2011

Estado de excepción


No. No soy, no existo.
Estoy sumido en una especie de aniquilamiento intermitente,
un desarraigo incontenible que acentúa mi lateralidad,
mi desapego por lo físico.

Dentro de mí nada está ya en su sitio.
Cada vez el combate es más letal y cruento.

Parapetado tras el velo de alquitrán que me protege
de lo cotidiano, en mi particular trinchera,
queda abolido el estado de excepción,
convertido hace ya tanto tiempo en hábito.

Me declaro insurrecto de mi mismo, víctima y
verdugo de una retro-alimentación que camina
hacia el empacho, hacia el colapso de una realidad
hollada por un brillo oscuro, por una belleza agresiva.

Antes del fin, desearía perforar la Luna con mi
gancho de seda, descansar en su áspera frente mientras escucho
el crepitar de tu voz contra el viento, la aniquilación irresponsable
de la palabra enmohecida por el tiempo.

Me obligaron a perder y no encontré mejor motivo para huir.
Desde tu ventana, al caer la noche, espero el momento oportuno.

Alfonso Molino

4 abr 2011

El poeta


El poeta
es retórico,
no exclama ni declama,
afirma,
puesto que piensa que el saber es excepcional.

El poeta
no acusa, vilipendia
ni señala,
sino que piensa, escribe y habla.

El poeta
no es un esteta,
sino un amante
de las formas de la belleza,
y sus éticas.

El poeta
apenas sabe mentir,
porque cuando lo hace,
sólo crea ficciones.

El poeta
siempre en el desgarro
entre lo oculto y lo mostrable,
con las sensaciones.

El poeta
camina, mientras se balancea
entre líneas imaginarias
que él sólo crea.

El poeta
apenas juega,
(aunque le vaya la vida)
porque igual que los niños,
suele tomar algunas cosas muy en serio.

El poeta
a veces recibe gustoso a sus musas,
porque nadie como él
las alienta.

El poeta
de niño, ensoñaba absorto
pintando acuarelas
de soles, cielos y mares.

El poeta
que llegado un punto,
escribió tanto,
que no eligió ser poeta
sino sencillamente lo fue.

Antonio Palacios

3 abr 2011

Escribir y callar, de Nuria Amat

Tengo tan subrayado el libro que me da vergüenza prestárselo a Bernardo. En cuanto pueda, le devuelvo Kanikosen y le presto Escribir y callar, un librito de apenas cien páginas que ya he leído un par de veces. La primera, y de un tirón, en un bareto de Tirso de Molina, esperando, siempre esperando, bebiéndome unas cañas y tomando pinchos. La segunda hace unos días, mientras ardía en fiebre.

Escribir y callar, mil citas posibles. Aquí solo una. Fundamentalmente un libro sobre el papel de la literatura en la vida de su autora, Nuria Amat, pero también un breve ensayo sobre el estado comatoso de la literatura valiente. Un libro sobre bibliotecas y hogares, sobre palabras y salvoconductos, sobre artistas, escritores y miserables mercenarios del cotorreo. También un libro que podría convertirse en guillotina.

Una pequeña obra de arte editada en la colección de ensayo de Siruela. Entre tanto ruido, sin duda un libro excepcional.

La música amansa a las fieras (Green arrow, de Yo la tengo)

1 abr 2011

No apuntes nada en tu cuaderno que no puedas cumplir

Visitar a los compadres es un placer. Les regalo botellas de vino. Ellos me regalan flores y sonrisas, también poesía. Vino extremeño por princesas madrileñas atormentadas por el amor inmisericorde de Nicolai. Un libro que espero ver publicado alguna vez cae en mis manos. Se llama En Madrid ya no hay estrellas. Otro proyecto del que hablamos lleva puesta una etiqueta mítica: Tormenta de mierda, el nombre original de Estrella distante. El nombre que rechazó Herralde. Intercambios. Felicidad proyectada hacia el futuro. Libros y películas. El Noru siempre tiene algo bueno que ofrecerte: mil películas y Las calles de arena, un cómic delicioso. Esta vez no tengo nada para él... Sueños, si acaso, como siempre, sueños, y algo parecido a la determinación. No nos cansaremos. Nicolai hace fotos, muchas, habla de sus clases, de la idea que le ronda en la cabeza desde hace algunos años. Ahora compone unos vídeos que espero ver colgados por ahí en breve. Algunos son lorquianos y otros son bantante grunges, pero todos son bonitos, poéticos, emocionantes. Nicolai y el Noru forman una pareja estelar. Los imagino sumergidos hasta el cuello en Mar de cristal (líneas 4 y 8), sobrellevando la tormenta. Y al final veo al pequeño Olmo, más guapo que su padre y menos bandido. Entonces pienso en los caminos de baldosas amarillas que me llevan a Oz. Es inexcusable imaginar cuáles son los deseos que le tengo preparados al mago. Preguntas sin respuesta, manos vacías. Nos despedimos. La melancolía es asfixiante.