31 jul 2018

Ricino


Ya he hablado en varios sitios de GardenJunkies, de Gsús Bonilla, un libro magnífico que no me he cansado de recomendar. Sin embargo, todavía no había colgado aquí este fragmento sobre el ricino que da la medida del contenido de este dietario tan personal.

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38. De las cuatro o cinco semanas que llevamos en el vivero, la planta que más nos ha impresionado (de entre las muchas que hemos visto por aquí) por su belleza lovecraftiana y, por qué no decirlo, por su imponible porte, tétrico y terrorífico, tan imponente como la historia española que le acompaña, esa ha sido el ricino. 

39. La planta del castigo, la planta del Demonio, la higuera infernal para la humillación y el escarmiento y la tortura. Sus hojas son la viva imagen del mal y se asemejan a las mujeres construidas por el franquismo y por el aplauso de sus acólitos de hoy y siempre, hechas de esquirlas, como nuestra reciente historia de guerra y posguerra; la de todas las niñas y mujeres purgadas, afeitadas y expuestas, paseadas en las calles de sus respectivos pueblos y ciudades; encarceladas, violadas… 

40. Un frío, muy frío, te recorre por adentro cuando te presentas ante un ricino. Nunca hemos estado en Auschwitz, hoy museo estatal, quizá por ello ahora no alcanzamos a comprender la atrocidad que desprende su silencio frío, del que habla quien ya lo ha visitado; yo supongo, solo supongo, que tendrá similitud con el silencio atroz del campo de concentración de Castuera, Badajoz, que visité hace unos años. 

41. Sabemos, porque lo hemos experimentado, que la primera vez que te enfrentas a un ricino se te hiela el alma. Hemos acordado que todos, aunque no escribamos poemas, aunque sepamos solo la historia de oídas, o de leídas, o, aunque nunca más queramos saber de historias, ni de escritos, ni de poemas, tendríamos que tener un ricino en nuestros hogares, y mantenerlo con lo poco que necesita, para que no se olvide la crueldad y la barbarie de la que puede ser capaz el ser humano o, simplemente, para que sirva de planta ornamental en el rincón más luminoso de tu casa.

Martes 8

Notas al margen
«Bloodisthe rose ofmysteriousunion»,  Jim Morrison
En los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau y Lublin-Majdenek, los científicos alemanes hallaron una extraña variedad de flores de la familia de las rosáceas que crecían bajo las cintas transportadoras de los hornos de los crematorios, fruto de la ceniza acumulada en los ventiladores. La corola estaba compuesta por pétalos grisáceos en forma cóncava, y el color de los pistilos y estambres era ligeramente azulado.
 (José Daniel García, en La Hamaca de Lona, nº 17. Córdoba. Nov. 2005)

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