nos alimentaba la luz de las farolas
nos alimentaba el dolor
de no saber qué sería de nosotros
si las casas seguirían en pie
y nosotros sentados,
si debíamos o no apuntalar cada recuerdo
nos alimentaba el desconcierto
y la tierra negra de las uñas
ya para siempre en el estómago
veranos de escalones
donde se gestaba el futuro
y el futuro no llegaba,
llegaban las tardes
escupiendo a nuestros pies
las cáscaras del tiempo
nadie notaba que crecíamos
al margen de los días
Isabel Bono, en Lo seco (Bartleby. Madrid: 2018).
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