7 ene 2012

Peces alados



El día empezó mal,
llovía,
hacía frío,
el chico de los periódicos
se había olvidado de mí
pero no el cartero:
un puñado de facturas,
un alud de anuncios,
montañas de nimiedades.
Una noche de invierno
rebosante de tristeza,
abatimiento,
desolación...
Pero entonces, un susurro
de la Diana cazadora
me recordó el placer de andar
descalza por caminos espinosos,
me recordó la magia de tocar
con la yema de los dedos
las escamas de los peces alados.

Pilar Expósito (en Poetica Seminarii, mayo-junio 2007)

2 comentarios:

Ana dijo...

A veces cualquier pequeña cosa o sensación, nos abre la puerta de la alegría y del placer de vivir.

Besicos desde Jaén.

Anónimo dijo...

Gran fondo el del poema de Pilar. Hay que ser valiente, siempre.

Roque