20 dic 2009

Antirreseña, Molloy, Samuel Beckett


Jay Jay Johanson, Benjamin, reconozco el estilo, tumbado en la playa, Benjamín en una casa blanca, completamentamente blanca, chupando una de sus piedras de succión, Molloy, que problablemente nada tenga que ver con Benjamín, la conexión aquí es puramente temporal y subjetiva. La casa es blanca, alguien dijo que es un palacio de cristal. Asepsia. Los muros blancos, tan blancos que dan ganas de mearse (desde un cuerpo de mujer la meada es mucho más aparatosa, la meada en la pared, quiero decir -y me imagino como una perra despreocupada cometiendo el acto sin ninguna intención, eso es, así es como mearía sobre la pared de mi propia casa-).
Preámbulo de lo que sigue.
Principio de la historia:

"Estoy en el cuarto de mi madre. Ahora soy yo quien vive aquí. No recuerdo cómo llegué. En una ambulancia, en todo caso en un vehículo. Me ayudaron. Yo solo no habría llegado nunca. Quizás estoy aquí gracias a este hombre que viene cada semana. Aunque él lo niega. Me da un poco de dinero y se lleva los papeles. Tantos papeles, tanto dinero. Sí, ahora vuelvo a trabajar, un poco como antes, sólo que ya no me acuerdo de cómo se trabaja. Tampoco parece que eso tenga mucha importancia. A mí lo que ahora me gustaría es hablar de las cosas que aún me quedan, depedirme, terminar de morirme de una vez. No me dejan. Sí, parece que son varios. Pero siempre viene el mismo".

Molloy tiene 16 piedras de succión en los bolsillos. No sabe cómo distribuirlas para asegurarse de nunca chupar dos veces la misma piedra en la misma serie de 16. Molloy y Moran, Moran y Molloy hacia el final de la novela, una conexión inesperada entre dos personajes que acaban pareciéndose demasiado (haces bien en sospechar). Correlato. Molloy el tullido, Molloy como la Justine de Sade, desventurado. Él no es tremendo, though. Las cosas se conforman alrededor. La influencia del hombre sobre el mundo es ínfima, parece decir Beckett, Samuel. Molloy que emprende un viaje absurdo en busca de su madre, dice (vuelve a sospechar en imperativo). El misterio de Molloy, conocer a Molloy cuando cae la noche, en un lugar inhóspito pero certero, como lo quería Beckett. Esbozo del esbozo.

Molloy
de Samuel Beckett es un préstamo de Ben. Hay libros que se convierten en fantasmas con el paso de los días.
Ya una semana desde entonces. Al principio era solo Molloy, ahora cada vez con más frecuencia se me aparece la mujer, la mujer del perro, Molloy casi lo atropella con su bicicleta. Molloy, primero, la mujer del perro, Gaber, el hijo de Moran, Ballybaba, Moran, la mujer del perro, la mujer del perro, la mujer del perro. Molloy.

ESTO NO ES UNA RESEÑA.

1 comentario:

nueva gomorra dijo...

Beckett, si viene de B. Goraled, tiene que ser leído. Creo que era irlandés pero escribía en francés. Os imagináis una fracción del IRA que fuese IRA (absurdo), pegándo tiros a las farolas. exigiendo el impuesto revolucionario a los turroneros (¿es eso posible en Eire?) y colocando coches bomba en mitad de las olivas (de Eire). Sería una especie de vareado a lo Fionar Mac Allister.