29 nov 2009

Vidas imaginarias, de Marcel Schwob

Le dedicamos esta entrada al parmesano Lord Bohemius, seguidor y ciudadano insigne de nuestra urbs.

Dolcino proclamó la nueva fe. Decía que tenían que vestirse con manteletas de tela blanca, como los apóstoles que estaban pintados en la pantalla de la lámpara, en el refectorio de los Hermanos Menores. Aseguraba que no bastaba con bautizarse; y, para volver por completo a la inocencia de los niños, construyó una cuna, se hizo envolver en pañales y pidió el pecho a una mujer simple que lloró de piedad. Para poner su castidad a prueba, rogó a una burguesa que convenciera a su hija para que se acostara, completamente desnuda, a su lado en una cama. Mendigó una bolsa llena de denarios y la distribuyó entre los pobres, los ladrones y las putas, declarando que no había que trabajar más, sino vivir como los animales en el campo. […] Las gentes piadosas creyeron que había vuelto el tiempo de los Caballeros de Santa María, y de aquellos que antaño habían seguido, errantes y enloquecidos, a Gerardino Secarelli. Se congregaban boquiabiertos alrededor de Dolcino y murmuraban: “¡Padre, padre, padre!”. Pero los Hermanos Menores lo hicieron expulsar de Parma. […] Dolcino no fijó ni regla ni orden alguno, seguro de que todas las cosas debían ser por caridad. Los que querían se alimentaban con las bayas de los árboles; otros mendigaban por los pueblos; otros robaban ganado. La vida de Dolcino y de Margarita fue libre bajo el cielo. Pero la gente de Novara no quiso comprenderlo. Los lugareños se quejaban de los robos y del escándalo. Hicieron venir una tropa de hombres armados para rodear la montaña. Los apóstoles fueron diseminados por la región. A Dolcino y a Margarita los ataron sobre un asno, con la cara vuelta hacia la grupa y los llevaron hasta la plaza mayor de Novara. Allí fueron quemados en la misma hoguera, por orden de justicia.

SCHWOB, Marcel: Vidas imaginarias y La cruzada de los niños. Valdemar. Madrid: 2003

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