Precisamente, a día de hoy hay un montón de gente haciendo fanzines chulísimos, muy currados, de mil temas y con diseños que ya quisieran muchas editoriales. Muchos son auténticos libros de artista y solo hay que pasarse por una feria de fanzines para comprobarlo. Me gusta mucho que el mundo del fanzine siga tan vivo.
Labio Asesino, por ejemplo, el femzine coordinado por Araceli, ya lleva tres números, y eso no es fácil. Cada número acumula contenidos variados y atractivos, artículos firmados por gente que tiene tablas escribiendo y otra gente que solo escribe de vez en cuando, pero cuya voz y su mensaje son tan válidos como cualquier otros. En ese sentido, un fanzine colaborativo como Labio Asesino tiene el encanto de juntar gente en torno a un proyecto concreto, unos folios grapados, sí, pero también un objeto bonito a través del cual suscitar curiosidades, afinidades, ganas de investigar, etc. Algo que celebrar sin duda.
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