Quiero vivir como el resto de la gente, comer pasta tricolor en trattorias próximas al parque. Constantemente corrigiendo y reescribiendo. Contempló la frase, seis palabras desconsoladas, y contempló la forma ocasional que el libro adoptaba en su mente, una criatura infrahumana y castrada arrastrándose a través de la casa, jorobada, hidrocefálica, de labios fruncidos y piel traslúcida, babeando líquido cefalorraquídeo por las comisuras. Había tardado todos esos años en darse cuenta de que aquel libro era su adversario más odiado. Encerrado con él en el mismo cuarto prohibido, inmovilizado por su presencia.
- De Mao II, Don DeLillo.
Bernardo, lo siento, mira lo que hago con los libros que me prestas en nuestro tan amado potlatch de los viernes. Soy un pequeño Amalfitano, colgando libros como gaviotas en el patio de mi extinta casa. Dios santo, cuánta melancolía.
2 comentarios:
bocabajo no
mao de lao
El nombre, la verdad, no tiene nada que ver con el libro.
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