1 nov 2010

El árbol talado que retoña


Hace mucho tiempo que quería subir esta entrada. De hoy no pasa. Cuando vengo del cementerio, de traer a la memoria a los muertos, a los que ya no están, pienso -no hay más remedio- en los que siguen vivos, en los que sobrevivieron de milagro.

Marcos Ana pudo ser uno de ellos... Otro fusilado más. Pero no lo fue. A cambio se ha pasado media vida en la cárcel. Encerrado por pensar como piensa y por querer hacer que el mundo se levantara sobre unos cimientos nuevos. Encerrado, sí, pero escribiendo, porque Marcos Ana aúna resistencia y escritura, supervivencia y versos.

Por eso siento como un privilegio enorme que Javier Navascues contara conmigo para participar en El árbol talado que retoña, el libro donde un buen número de poetas e ilustradores homenajeamos a este hombre que ejemplifica lo que muchos fueron, lo que muchos siguen siendo.

Os dejo con un poema de él.

Mi casa y mi corazón

Si salgo un día a la vida
mi casa no tendrá llaves:
siempre abierta, como el mar,
el sol y el aire.

Que entren la noche y el día,
y la lluvia azul, la tarde,
el rojo pan de la aurora;
La luna, mi dulce amante.

Que la amistad no detenga
sus pasos en mis umbrales,
ni la golondrina el vuelo,
ni el amor sus labios. Nadie.

Mi casa y mi corazón
nunca cerrados: que pasen
los pájaros, los amigos,
el sol y el aire.

1 comentario:

El topo soviético dijo...

!Hace ya tantos siglos
que nací emparedado,
que me olvidé del mundo,
de cómo canta el árbol,
de la pasión que enciende
el amor en los labios,
de si hay puertas sin llaves
y otras manos sin clavos!
Yo ya creo que todo
-fuera del sueño- es patio.

Mi corazón es patio. Marcos Ana