25 oct 2009

El tercer hombre

Hace un par de domingos alguien proponía escuchar a John Coltraine por la mañana, unas horas de Coltraine como una taza de vino caliente en pleno invierno, como Francia…, Coltraine como una buena novela de Joseph Conrad... Este domingo yo propongo terminarlo con una gran película, El tercer hombre, de Carol Reed, con el guapísimo (tendrán que disculparme) Joseph Cotten y el fantástico Orson Welles.

La película está basada en la novela homónima de Graham Greene y la acción se sitúa en la Viena de posguerra, una ciudad dividida en varios sectores por los aliados victoriosos. Hasta allí se desplaza Holly Martins (Joseph Cotten), un escritor estadounidense de novelas policíacas que viaja a Viena con motivo de una oferta de trabajo que le ha prometido su amigo, el enigmático Harry Lime (Orson Welles). El ambiente en Viena es desolador, sin esperanza, una ciudad destrozada y un contexto en el que nadie cree ya en nadie, una época en que la gente se gana la vida como puede, un lugar en el que la única ley es la supervivencia... «Los únicos héroes que quedan son los de las novelas del Oeste», que diría Welles. Una película negra con una de las mejores fotografías que haya visto nunca (y aquí recuerdo también Metrópolis o Iván el Terrible) y unos juegos de cámara y unas prefiguraciones que nos hacen preguntarnos acerca del significado de la palabra “moderno” aplicada a las artes visuales (nihil novum sub solem, que dirían alguien). Unos personajes enteros, bien construidos (fíjense en el niño, en su pelota, en la mirada del niño, en sus actos… en el niño y en el gato, en el punto de inflexión que ambos generan…), algunos con grandes dilemas y otros simplemente perdidos en la locura del amor o de la codicia o la desesperanza…, un escritor de novelas de serie b que se ve obligado a tomar una decisión que nunca antes creyó posible, una decisión en una ciudad de límite. Pura poesía audiovisual en blanco negro. Por cierto, banda sonora impecable, divertida y cabaretera.

Películas como esta me hacen pensar que hay volver constantemente a los clásicos (¡ay si tuviera un “rato” para releer El Quijote…!).

2 comentarios:

Juan Cruz López dijo...

La peli la tengo que ver. El libro lo ley hace unos años y me gustó bastante... Creo recordar un pasaje en una noria... Sí, una noria. Buena sugerencia, Imsomnemini.

nueva gomorra dijo...

Sí, recuerdas bien el pasaje de la noria, uno de los mejores en la película. El habitáculo que sube y baja y la conversación de dos hombres ahora más desconocidos que antes. La posibilidad constante de la deriva. Como el niño...

Te la presto cuando quieras.

Gregory Peck -NG-