28 abr 2013

La tristeza sorda de Marguerite Duras


Ahora, hoy, cuando ya ha pasado todo y no se puede volver atrás, ahora que soy un hombre muy alejado del joven que fui y tengo más tiempo que entonces para pensar y para sentir, me digo que podría haber sido todo distinto y yo haber estado más cerca de ella, que podría haberla acompañado mucho más en los días aquellos de los años 70 en que la conocí sin conocerla, pues, por no enterarme, no llegué ni siquiera a saber que bebía mucho y vivía en un constante estado de amargura, que era precisamente lo que la hacía reír tanto y con tanta tristeza. [...] Vivía con cierta amargura y yo podría haber sido más avispado y registrar que ella vivía de esa forma el día en el que en la rue de Rennes me confesó, a bocajarro, que escribía para no suicidarse, y me alejé de allí pensando que aquella era simplemente otra frase rara de las suyas [...] Yo a ella, a Duras, no voy a olvidarla, antes me olvidaría de mí. Cuando la conocí, Marguerite, que había leído mucho, ya no leía nada. Parecía como si avanzara sobre ella la sombra de un haya cercana.

- De Extrañas notas de laboratorio, Enrique Vila-Matas.

No hay comentarios: