Toda la vida enjaulados en la cárcel de cotidianidad inmisericorde de la que nos es imposible salir. De primera plural a primera singular. Ahora. Un proyecto para no escapar. Un proyecto para dejarse la vida. Al fin y al cabo una línea de fuga (dibujar una flecha): irse a México, Argentina, Escocia, Irlanda, la República Checa, Turquía, Grecia... Fugarse a donde sea, desaparecer. Y cuando hablo de desaparecer no hablo de dejarse la vida en los libros, porque eso no es vida, qué va, sino de otra cosa, no sé, imagina otra vez, vivir a tope, soñar, disfrutar, reír y llorar, cargarse la vida a manotazos y construirla de nuevo. Esa línea de fuga (dibujar una flecha): el intento de dejar de lado cualquier aspiración a una tregua; porque vivir en tregua es condenarse a una vida vampírica, asquerosa, asfixiante, traicionera. No podemos perdernos en el marasmo de no saber qué coño hacer con nuestra raquítica existencia. Leer más a Nietzsche. Leer más filosofía. Leer más. Todo proyecto vital se ha de levantar sobre un solar más parecido a un ring de boxeo que a una parcelita de tierra. Porque la vida es pelea y sobre todo pelea contra uno mismo. No hay compasión en la misma.
- Entrada del día 22 de abril de 2008 de un miserabilísimo diario de tapas fluorescentes nada gomorriano.
1 comentario:
Como un ring, la vida,
concienzuda partida de ajedrez
(ganan las negras).
La vida como un mar, sin duda marejada. El choque de una ola contra otra ola que a su vez...
el beso salado que te raspa.
Hay que acabar con los cojines del letargo, la hibernación y el cuento chino (en el significado figurado más castellano de la expresión, se entiende).
Como pensaría la buena de P leyendo al bueno del poeta de Espeluy:
Seamos,
una vez más,
carne de camino hecha.
¡Abajo con la tiranía de la jaula!
-Bram-
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