Otto Dix, su biografía, vuelve a casa por el verano. Me lo trae el hombre del norte, junto a una botella de aceite y una conversación con planes de futuro de por medio. Planes irrenunciables, planes existenciales, planes tela de araña... Planes para tejer sueños. Como siempre que le veo triste, me dejo avasallar por la melancolía. Jamás rendidos. No habrá paz para los malditos.
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