Bernar viene a verme al curro, esta vez acompañado de sus dos zagales. Uno de ellos, la niña, sé yo que le da muy bien al pincel. Normal... Qué suerte, me digo, crecer en una casa con tantos libros. Bernardo se desprende de ellos. Hace unos meses le dimos continuidad a nuestro potlatch con un par de presentes cruzados. Yo me quedé (así lo puedo releer, así lo puedo subrayar) el mejor ensayo sobre lectura, literatura y crítica que he leído hasta ahora: La cena de los notables, de Constantino Bértolo. A cambio (aunque esta expresión no tiene cabida dentro de la circulación de dones) le regalo, casi maltratado y todo, Todos nosotros, uno de los cinco libros -quizá el más importante- que eligió Philip Rogina antes de abandonar a su mujer. Pero eso pasó, lo del intercambio de libros, hace unos meses, y ahora, por el contrario, no ha habido don y contradón, aunque de nuevo esté presente Carver. Y es que Bernardo me acaba de regalar Para ser novelista, de John Gardner, cuyo prólogo escribió el maestro del cuento corto estadounidense. Un libro que leeré con atención y que espero me ayude a resituarme, me ayude a saber qué demonios hago aquí.
1 comentario:
Felicidades por salir en ese periódico, pero sobretodo por mantener este lugar. Le he echado un vistazo y parece interesante.
Me imagino que eres de Jaén, aunque no queda claro porque no he visto el típico link a tu persona. Me imagino que es un intento de "anonimizar" este lugar, y en cierta manera hacerlo de todos (de los que te hayan ayudado a construírlo).
De Constantino Bertolo ya me hablaron en otra ocasión, así que cuando el río suena... Buscaré sobre este ensayo.
Un saludo.
V.
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