2 nov 2011

Párpados

Todo es presente como piedra
en este hoy

Carlos CASARES

i


He paseado alrededor del círculo
demasiadas veces.
La boca del pozo
es como un párpado.
Me mira de forma desafiante.

Nunca sé cuando llega el segundo
en el que mi presente cruje.
Algo falla dentro. No sé lo qué es.
Se rasga el muro
que construí contra vosotros...
El dolor anida en las costuras.

El animal duerme
arropado entre caricias.

Si pudiera arrancar esas espinas,
quemar el libro de enseñanzas...
Tengo miedo a no poder amar.

Llevo en los bolsillos
un montón de piedras.
No sé cómo llegaron hasta allí,
pero pesan
y no desaparecen.
Quisiera deshacerme de ellas.

No quiero girar la cabeza.
Sólo deseo caminar hacia delante.
Pero es tarde. Saco
una piedra de mi bolsillo.
Me sangran de repente las encías.
Nunca supe dejarme atrás.

ii

Pon la mano ahí,
donde tu sabes...
¿Lo notas?
No, no estoy loco
si te digo que balbuceo presagios.

Ayer escribí
que la tierra sería arrasada
y nos sería robado el Verbo.

Tengo fiebre, ya lo sé,
mi frente arde.
Si pudieras darme agua...

Arrastro una sed de siglos.

Me rebano la piel a tiras.
Sí, yo también las veo,
son mis cadenas.

Juan Cruz López

10 comentarios:

Isabel Tejada Balsas dijo...

Nunca supe dejarme atrás.

(aún escucho en mí tu voz)

Roque dijo...

Todos tenemos cadenas, Juan, pero hay que tener ganas de verlas, saber a dónde llevan. Prodígate más por Nueva Gomorra. Ambos poemas parecen estar llenos de voces. Y Carlos Cásares, quién es.

Anónimo dijo...

A mí también me ha gustado mucho.

Juan Cruz López dijo...

Bel: Me alegro de que te gustara el recital. Pensaba no leer este poema, pero al final entró. De todas formas, la segunda parte no la recité.

Roque: Bueno, Roque, esta es la casa de muchos y publico lo que puedo, solo de vez en cuando. Me gusta lo que has dicho de las voces. Carlos Casares es un poeta gallego algo olvidado. Hay mucha información de él en la red.

Anonimo: Me alegro.

Anónimo dijo...

Juan, como siempre, una maravilla leerte. Ángel

Anónimo dijo...

Me parece un texto muy distinto de otros tuyos que has ido publicando, tiene una tonalidad muy fragmentaria, me ha sorprendido lo físico, lo corpóreo de algunos tramos, es una voz distinta a las que te conocía, de lo poco que te conozco por lo que publicas aquí ... no te "reconozco" (en el buen sentido, en el sentido de la alegría de lo inesperado) y esta sensación es muy interesante. Aprovecho, con esto, para sumarme a las peticiones de que te prodigues más por aquí, siempre es emocionante descubrir uno de tus textos.

Hay momentos muy buenos, me quedo con esto:

"He paseado alrededor del círculo
demasiadas veces.
La boca del pozo
es como un párpado.
Me mira de forma desafiante"

Pero sobre todo con esto, que para mí es el núcleo del poema:

"Llevo en los bolsillos
un montón de piedras.
No sé cómo llegaron hasta allí,
pero pesan
y no desaparecen.
Quisiera deshacerme de ellas".

Me parece interesante, repito, la presencia tan palpable de lo físico, lo corpóreo, que llama la atención sobre sí misma a gritos. Lo corpóreo como síntoma junto con una emotividad desbordante y bien canalizad. Creo que es una faceta que puedes explorar más a menudo. Sin embargo, y si me permites, para mi gusto, aquí hay que tener cuidado en momentos puntuales, donde se bordea la caída en lo grandilocuente ("me rebano la piel a tiras" "nos sería robado el Verbo") o lo ya escuchado ("Tengo miedo a no poder amar" "El dolor anida en las costuras").

Muchas, muchas gracias por compartirlo. De nuevo, es siempre emocionante pasarse por aquí y descubrir otro de tus poemas.

María

Juan Cruz López dijo...

Me alegro de que te guste, María. No te creas, hay un rosario de poemas de este tipo, sólo que ni suelo publicarlos ni leerlos en los recitales; pero trabajo bastante en ellos. Cincelar esa serie es más que interesante, porque tiene algo de performativo, de jugar con la memoria y la identidad (algo que no sé hasta qué punto puede convertirse en algo obsesivo). Lo que comentas de las partes más grandilocuentes es un apunte que te tomo en cuenta. Sin embargo, y sin ningún ánimo de contradecirte, aquí, como casi en todo, el juicio depende de cada casa; te comento esto porque ayer un colega me hizo una crítica de este poema que iba justamente en el sentido opuesto al tuyo. Seguramente esta diferencia venga determinada por las lecturas que arratráis cada uno, que puedo suponer muy disímiles. En fin... Muchas gracias por tu crítica, de la que siempre aprendo... Aunque ahora quizá tenga muchas más precauciones a la hora de publicar (porque yo también tengo unos ladrillos por ahí...). Un abrazo.

Anónimo dijo...

Creo que cada uno tiene su lectura y es eso lo interante,precisamente: ver cómo lo leemos cada uno; de hecho, me parece muy enriquecedor saber que otro lector ha tenido una sensación totalmente opuesta a la mía. Yo también necesito otras visiones al leer. Yo sólo soy una lectora más, con mis muchas limitaciones y deseosa de leer otros puntos de vista. Con algunos estaré en desacuerdo, pero otros me obligarán a replantearme mi primera impresión. Y me enseñarán a seguir aprendiendo a leer.
Por favor, me gustaría que quedara, más que el comentario sobre "bordear lo grandilocuente" ´(nótese el bordear; no caes en ello, pero era una llamada de atención, siempre desde mi, por otro lado, limitada perspectiva), el hecho de que me ha encantado descubrir esta nueva faceta y los momentos tan buenos que he podido ver yo en tu texto.
O sea, repito, que me ha encantado leer este texto y que me encantaría que publicaras más. Va en serio lo de que es emocionante ir descubriendo más cosas.

Un abrazo.

María

nueva gomorra dijo...

Muchas gracias. La emoción es compartida. Esta ciudad tan rara es de todos. Así que genial...

Roque dijo...

Interesantes apuntes, María. Se echa de menos de vez en cuando una mirada personal, lúcida y sincera sobre el trabajo de los demás. Creo que aprendemos todos.