Dos pequeñas entradas para celebrar este cuaderno de notas, con el viajamos a lo que algunos llaman la cocina del escritor. Un volumen repleto de apuntes con los que Chéjov, al que admiramos casi todos los habitantes de esta santa casa, pergeñaba sus relatos. Para disfrutarlo lentamente. Abro el libro al azar y selecciono lo primero que me encuentro. Ahí va.
Cuando en una casa alguien lleva mucho tiempo enfermo, todos, secretamente, desean que se muera, salvo los niños, que son incapaces de concebir la sola idea de la muerte. La sola idea de la muerte de su madre, por ejemplo, los paraliza de horror.
2 comentarios:
Me lo voy a regalar. Este no hace falta que me lo dejes. Todo ruso ha de tener un lugar en mi biblioteca.
Haces bien. Seguro que lo vas a trabajar.
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