26 oct 2011

El nombre


Para eso es el verso, mi verso,
el de los poetas elegidos.
Para dar eternidad a las cosas.
Aquí está, pues,
su verdadero nacimiento.
¡Oh, la angustia de bautizarte,
a la espera de que llegue
la palabra precisa!
Y, luego, ese dolor,
el ardiente placer
de hacer eterno el tiempo de la espera.
Ella vendrá sin su nombre,
desnuda entre el silencio.
¡Oh, la angustia de bautizarte,
el glorioso milagro de encontrar tu nombre!
Porque hay palabras que vivieron
sólo un instante
(la pila en la sombra,
y el altar luminoso
y el poeta revestido)
y también existen palabras muertas
y otras que viven en la soledad.
Y palabras que palpitan
a través de la sangre de los dedos de un ciego.
Y palabras para cerrar los párpados de los moribundos.
Y palabras ligeras
que lleva el viento.
Puedes vivir...
Te espera el nombre que como un manto
cubrirá tu cuerpo.
Penetrará en tu sangre,
penetrará en tu vida,
en tus ademanes y en tus horas.
Velará tus sueños.
Tendrás el mismo aroma de tu nombre.
Él, en silencio,
estará haciéndote siempre.
Y será lo único tuyo
que llevarás de este mundo.

Un poema de Luis V. F. Pimentel

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta la última parte.Ángel

nueva gomorra dijo...

A mí gusta mucho.