7 sept 2011

Donde nada existe


Habito en las afueras de cualquier lugar.
Resisto sumergido en la ciénaga invisible de la memoria,
entre las telarañas que pueblan mi extrarradio.

Ahí yace mi cuerpo aplastado junto al río,
fecundado ya por la tierra envenenada,
con las tripas al aire en su lento discurrir.

Mirando la vida de reojo en una soledad de nieve,
como un dolor revestido de cristales o cuchillos,
funambulismo visceral adicto a un balanceo de agujas.

Así juego frente a mi particular espejo,
esperando ese rumor apagado que se extiende
como un cáncer, conservando el equilibrio
a pesar de todo, mientras el mundo sigue
girando muy lejos de mí.

Mejor vivir en el delirio. Furiosamente ajeno a
uno mismo, con la visión insensible de un perro abandonado.
Bailando sobre un ejército de sombras.
Bajo la frágil apariencia de un suicidio.
Aquí, donde nada existe.

Alfonso J. Molino

3 comentarios:

Roque dijo...

Gran primer verso. Así nos sentimos muchos.

Isabel Tejada Balsas dijo...

Mirando la vida de reojo en una soledad de nieve,
como un dolor revestido de cristales o cuchillos,
funambulismo visceral adicto a un balanceo de agujas.

nueva gomorra dijo...

La verdad es que sí, Roque, al menos más de una vez. Gracias Moli.