28 jul 2011

Juan Cruz López en Voces del extremo


Eran las cuatro de la mañana.
Estaba sentada en el sofá,
la cara hinchada, el pelo revuelto,
los ojos
casi cerrados.
Tenía en la mano
un paquete de galletas.
-Soñé que te morías -dijo,
y noté que había llorado.
La cogí de la mano
y la llevé a la cama.

A la mañana siguiente,
justo al despertar,
extendí mi mano y comprobé
que ya no estaba.
Se había ido al trabajo.
Entonces recordé
el sueño, mi mujer
sonámbula,
sentada en el sofá,
presa de una angustia ciega,
y sentí de golpe
el peso de su ausencia.

La amaba tanto que pensé
que había cosas peores
que la misma muerte.

9 comentarios:

Isabel Tejada Balsas dijo...

...hay muchas cosas peores que la misma muerte...

Anónimo dijo...

Por supuesto. La pérdida es como una mutilación.

Roque

J. G. dijo...

que bien se os ve en este acto poético

nueva gomorra dijo...

Patio Fundación Juan Ramón Jiménez, en Moguer, y Peña Flamenca de la misma localidad. Dos sitios preciosos.

Anónimo dijo...

Me gusta la estructura especular, un sueño dentro de otro sueño... y, sin embargo, el final es lo que menos me convence. Para mí el poema termina en "ausencia".

Buen poema.
De nuevo, estoy disfrutando muchísimo con esta serie.


María

Juan Cruz López dijo...

A mí me gusta la apropiación del texto por parte del lector, su peculiar interpretación, que quizá venga dada por cierta ambivalencia de la segunda parte. Solo hay un sueño, esa es la verdad, el de ella. Lo demás es "real", si es que podemos hablar de realidad en un poema, que yo creo que sí.

Me alegro de que te esté gustando tanto esta etiqueta, que dentro de poco vamos a finiquitar.

Un saludo.

P.D.: Siempre fina con la crítica. Coincido contigo.

Anónimo dijo...

Juanito, ya sabes que me encanta este poema. Ángel

Juan Cruz López dijo...

Gracias nene, lo sé. Ahora toca el tuyo. Besos.

julia dijo...

que bonito juaneti... si que hay cosas peores que la muerte, pero quiza la muerte es la {unica que no podamos solucionar... el resto son todas solucionables aunque en el presente nos resistamos a creerlo...

un beso mortal...