Soñé con una noche de invierno, fría y clara, como otras noches de invierno que prestan escenario a mis historias. Soñé con una noche y esto si es verdad, y con un gran fuego que iluminaba una pradera inmensa. Reconozco que la escena se parece a una ilustración que aún recuerdo de un libro de historia de sexto de EGB, concretamente un dibujo que pretendía reconstruir una asamblea de guerreros godos o germanos, todavía lo ignoro, pero al fin y al cabo una asamblea de los pueblos que destruyeron el Imperio Romano de Occidente. Pero en la pradera de mi sueño no había ningún guerrero barbudo y corpulento que cargase sobre sus hombros un hacha de doble filo o una espada de highlander, qué va, en mi sueño, mi relato, hay un grupo de gente joven, algunos también viejos, de pie y en círculo, sus rostros iluminados por el reflejo de una hoguera que pintaba de rojo el negro de una noche que imaginaba (¿soñaba?) como solemne. Son escritores.
Soñé también que en ese momento, y aquí viene el punto incomprensible y humorístico de la historia, aunque esto último lo juzgarán ustedes, soñé, decía, que un topo pasó rápidamente de un lado al otro del círculo, trazando una línea recta de tierra removida bien visible para todos. Entonces alguien habló en mi sueño: era un chico joven, de mirada ambiciosa y frente amplia, apuesto, parecía que seguro de sí mismo. Luego soñé que el joven sacó de su bolsillo un papel y gritó que «de este lado, lo pone aquí, quedan los que creen en la literatura dura o lo que algunos llaman la literatura de verdad». En ese momento, todos los que se encontraban al otro lado de la línea trazada por el topo ciego, cruzaron medio avergonzados, aunque solo algunos, porque el resto de los que cruzaron lo hicieron con el gesto altivo, como expresando que cruzaban convencidos o que cruzaban porque en aquel papel habían encontrado un manual de instrucciones para saber qué demonios era la verdad.
Dije que todos cruzaron al lado del joven del papel, pero lo dije mal, porque soñé que una mujer vestida de blanco, seca como una estaca y oscura como la noche, se quedó sola del lado de la literatura sola. Soñé también que en ese momento, cuando ya habían cruzado todos al otro lado de la línea trazada por el topo, aquella mujer esgrimió también un papel, un papel donde se podían leer tan solo unas palabras, y dijo que de su lado, del lado de la mujer de blanco, quedaban todos los que creían en la literatura a secas, la literatura dura o lo que algunos llaman la literatura de verdad, y les dijo también que miraran el papel del joven escritor apuesto.
Soñé entonces que casi todos se echaron las manos a la cabeza cuando alguien gritó, con la voz quebrada por el terror, que el papel que tenía el joven escritor no era sino una burda fotocopia del papel de la mujer de blanco. Ella se quedó sola.
- De Cuento y aparte, Juan Cruz López. ¡Feliz Día del Libro!
11 comentarios:
si es queeeeeeee, no nos haceis caso y eso es lo que pasa :P
(siempre me gustó esa ilustración)
Libros muchos!
Feliz día del libro, por supuesto.
De todas formas, Juan, el sueño tiene un regusto bastante triste. Si la mujer de blanco es la literatura "valiente", por qué ha de quedarse sola. Es MLRS, por ejemplo, y también aquí, estáis/estamos muchos contra los policias del libro y la literatura.
Un saludo a todos.
-A mí también me gusta mucho.
-Llevas razón, Roque.
me recuerda a fahrenheit 451 (la ilustración)(a la peli, por desgracia no he leído aún el libro)
Seguro que te gustará. La peli es buena, desde luego, pero el libro es aún mejor. Bradbury es muy grande.
Actualización!!! Fistros, actualización!!!
no sé, tiene que estar liaete
Esta tarde, bambinos, esta tarde... Abrazos y gracias por el interés, pinches anónimos
Pero, !¿como que esto está parado?! :) Un saludo.
Como ves, sigue rodando!!!
Pues muy bien, a lo "like a rolling stone":) Un saludo.
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