Saber sobrevolar el sabor del carmesí de tu entrepierna
siempre me pareció la mayor aventura del universo.
Siempre intentaba bucearte sin prisa,
como comiendo un lento helado de sabor canela congelado bajo tu ombligo.
Subía reptando por tu barriga,
lamiendo su árida llanura como la serpiente que busca su presa,
llegando al cuello y escalando por tu verde pelo,
árbol femenino,
luz candil del amor exquisito de tu cuerpo.
Ángel Rodríguez López
3 comentarios:
Muy bueno
cjm -ng-
Dulce helado de canela como este poema. Hermosísimo.
Saludos
El cuedro es de Kenton Nelson. Un crack.
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