Sara se levanta a primera hora de la noche
y ya derrotada, descansa sus ojos en las solapas de la camisa,
se mira el pecho y huele sus pezones.
Tranquila, con la seguridad de lo cotidiano,
se embute en los pantalones raídos de cada luna y pasea,
pasea sin prisa, con pena, sin gloria,
pero camina, incansable,
zorra que acecha su presa con su sombra entre los árboles.
Sara compra su dosis y viaja,
viaja ya sin poner los sucios pies en el suelo,
con dos alas ancladas a los tobillos.
y ya derrotada, descansa sus ojos en las solapas de la camisa,
se mira el pecho y huele sus pezones.
Tranquila, con la seguridad de lo cotidiano,
se embute en los pantalones raídos de cada luna y pasea,
pasea sin prisa, con pena, sin gloria,
pero camina, incansable,
zorra que acecha su presa con su sombra entre los árboles.
Sara compra su dosis y viaja,
viaja ya sin poner los sucios pies en el suelo,
con dos alas ancladas a los tobillos.
Ángel Rodríguez López
2 comentarios:
Qué buen poema, Ángel. Un abrazo.
Sí, distinto a los anteriores por su narratividad.
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