Y viceversa: la cultura es un creciente valor estratégico para la casta política, y, por lo mismo, el intervencionismo cultural está a la orden del día. Los conceptos de relevancia, así como la gestión de los emolumentos que de ella se derivan, han recaído en manos de ignorantes y mediocres, y la mayor parte de aquellos que ahora y aquí se autodenominan escritores no son sino impostores, convenientemente instalados en el sistema. He aquí otra verdad intolerable: la nuestra es una época de lealtades y servilismo intelectuales. Progreso, democracia, libertad son palabras incluidas en el acervo de lo adecuado, de lo correcto, y conviene andarse con ojo antes de traspasar los límites de la corrección. Disidencias aparte, se diría que hemos arribado al fin a una ansiada edad de oro en la que todos somos progresistas, demócratas y defensores de la libertad.
Nada más lejos de la realidad. Los escritores consagrados son retrógrados, clasistas y sumisos. Burócratas, imitadores y cobardes, indignos de ser considerados herederos de Cervantes, Góngora o Valle-Inclán. [...] Y en el caso de los escritores noveles -brotes nuevos que hay que cuidar porque contienen el futuro-, el grupo al que aspiran pertenecer no se define por alianzas conceptuales o afinidades estéticas. Se compondrá sencillamente de todo aquel que pueda introducir al aspirante en el mundillo literario, que abra la puerta del éxito, esto es, servirá cualquiera que haya alcanzado el estatus de integrado, que posea un sitio en el orden establecido. La mayoría de los escritores jóvenes son reaccionarios desde la base, en sintonía con nuestra sociedad.
2 comentarios:
como lo saennnnnn............ en sintonía con tantas otras actitudes...
esos!!!
feliz nepeias!!!
Enhorabuena por el blog.
De lo mejor que he visto últimamente.
Álvaro R.
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