12 feb 2010

De Poetica Seminarii


Alguna vez me confesó Alejandra la profunda soledad a la que la abocaba a veces su investigación. En los últimos meses que pasé en Burdeos, la vi muy desmejorada, había adelgazado mucho y fumaba sin parar, andaba preocupada y me temo que mucho tenía que ver el que no tuviese noticias de Nikolái Gordorak, a quien imaginaba enfermo en un país asiático cuya lengua desconocía; a esto se sumaba la incertidumbe que le provocaba la falta de respuesta de las numerosas cartas que le había enviado a Tièpolo LaMothe (el poeta más esquivo de la generación).

Era como si la investigación se le escapase de las manos, como si tantos años de lucha por rescatar del olvido a un grupo de poetas que creía únicos e imprescindibles para entender la producción poética del nuevo milenio estuvieran a punto de perderse en la nada, de desaparecer en la vorágine gobal como si nunca hubiesen existido Esta fue la razón por la que Alejandra me confió todos los documentos y poemas de su investigación. Esto sucedió a finales de mayo de 2004, dos meses antes de que yo abandonase Burdeos.

Paz Gómez Moreno, investigadora de la Generación Ausente (extracto del artículo dedicado a Alejandra García en el marco del segundo círculo concéntrico de la Generación Ausente).

En Poetica Seminarii (novembre-diciembre de 2004, número especial dedicado a la G.A.)

1 comentario:

Juan Cruz López dijo...

No cabe duda de que para mí al menos la G.A. no ha muerto. En breve le pegaremos una vuelta de tuerca a la investigación. Las mitologías se multiplican. Mi cabeza intencional en un buitre con las alas desplegadas. El cadáver de un pequeño búfalo destetado nos espera...