TRIGORIN- ¿Yo? (Encogiéndose de hombros) Hum... Usted habla de celebridad, de ser feliz, de cierta vida luminosa e interesante; para mí todas estas bellas palabras son, perdone usted, como una mermelada de la que nunca como. Usted es muy joven y muy buena.
NINA- ¡Su vida es maravillosa!
TRIGORIN- ¿Qué hay en ella de singularmente bueno? (Mira el reloj). Ahora he de irme a escribir. Perdóneme, no tengo tiempo... (Se ríe). Usted, como suele decirse, ha dado en mi punto flaco, y aquí me tiene comenzando a inquietarme y a enojarme un poco. Con todo, vamos a hablar. Hablemos de mi magnífica y luminosa vida... Pero, ¿con qué empezaremos? (Reflexiona un poco). A veces hay imágenes que se nos imponen a la fuerza, como ocurre con el hombre que piensa siempre, día y noche, por ejemplo, en la luna; también yo tengo una de esas lunas. Día y noche me persigue una misma idea obsesionante; debo escribir, debo escribir, debo... Apenas acabo un relato ya he de escribir otro, no sé por qué; luego un tercero; después del tercero, el cuarto... Escribo sin cesar, como si corriera en postas, y no puedo hacerlo de otro modo. ¿Qué hay en esto de bello y luminosos, le pregunto? ¡Oh, qué absurda esta vida! Ya ve, estoy a su lado, me emociono, y sin embargo, recuerdo a cada instante que me está esperando un relato inacabado. Veo una nube semejante a un piano de cola. Pienso: habrá que recordar en alguna parte del relato que flotaba una nube parecida a un piano de cola. Huele a heliotropo. Grabo en mi memoria: olor dulzón, color de viuda; recordarlo al describir un atardecer de estío. Estoy al acecho de cada una de mis frases, de cada una de sus frases, de cada una de las palabras, y me apresuro a encerrar todas esas frases y palabras en mi despensa literaria: ¡a lo mejor algún día me serán útiles! Cuando acabo de trabajar, corro al teatro o a pescar con caña; esto es bueno para descansar, para distraerse; pero ¡ca! en la cabeza empieza a darme vueltas un pesado obús de de hierro fundido, un tema, y ya me siento atraído hacia la mesa, otra vez he de apresurarme a escribir y escribir. Y así siempre, siempre, sin un momento de sosiego frente a mí mismo; siento que devoro mi propia vida [...]
3 comentarios:
Pues sí, parece que el bueno de Trigorín, escritor de postín en toda regla, (Chéjov no nos muestra nada suyo en "La gaviota", pero el tufo es el tufo), mantiene una exploración interesante sobre el trabajo de la escritura en "La gaviota", obra de teatro de Chéjov que acabo de leer (¡bendita hora!) gracias a Carver (¡gracias Caarver, gracias, infinito Carver!), es ingenua, tonta a veces, pero sumamente
interesante.
¿Qué significa la gaviota? ¿Por qué nadie toma en serio los escritos de Trepliov?, ¿por qué el final, tan previsible, funciona tan bien? Pero sobre todo, ¿qué significa la gaviota? ¿qué significa la gaviota?
Tengo que leer sus cuentos y esto me hace pensar en Gogol, en que tengo que leer más a Gogol, comprarme un abrigo, es decir, desear un abrigo como aquel funcionario ruso, leer más a los rusos, definitivamente.
... To be continued...
"La gaviota" en pdf en:
http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca%20digital/libros/C/Chejov,%20Anton%20-%20La%20gaviota.pdf.
Joder Bramini... Esta entrada merece una de contestación. ;e alegra que te haya gustado La gaviota, pero lo de Carver mucho más... ¡Buena semana!
Buscando vestuario para representar a Trigorín te encontré entre los muchos blogs existentes.
Voy a hacer un monólogo de esa ultima parte en donde el escritor expresa su indignación por ser escritor.
Saludos!
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