Hay una mujer a punto de pegarse un tiro.
Exagera.
Una muchacha adolescente piensa que en el amor lo único que cuenta es la ignorancia del otro.
Esta otra también exagera.
Un hombre se pasea a media tarde con su sombrero de ala negra atado a uno de sus ojales con una cuerdecita. Se parece a Molloy que se parece a Jacques Moran que probablemente no se parece en nada a Samuel Beckett. Hoy alguien, una mujer que no exagera, vuelve a pensar en Beckett, en lo tontos que resultan algunos de sus personajes (no pienso utilizar la palabra absurdo), en lo triste del bosque y de la búsqueda, en Molloy. Ahora se debate entre Muere Malone y Fin de partida, ¿completar la trilogía o hincarle el diente a uno de sus géneros estrella, el teatro? En realidad la disyuntiva no lo es tal, leerá uno y luego leerá el otro.
El primero será el que antes consiga ponerse de pie, el que se seque antes al sol, el que más brille.
La mujer lee porque su cocina apesta, las cañerías van a reventar, lee para alejarse del hedor, porque se ha pasado por la Cafetería Adams, el lugar más inmundo de esa ciudad tropical-andaluza (puagh!, ha pensado la mujer con un mohín) y ha visto como se besaba una pareja de borrachos, intuyo que se moría de envidia, la escena de los clochards de Rayuela la ha llevado (no sé cómo demonios) directamente a Beckett, a la idea de no dejarse vencer por la suciedad de los cielos, por el único trozo de cielo con grúa y color cerdo (sonrosado) que ve desde la ventana de su patio interior. Afirma que lee para no pegarse un tiro. Exagera.
Exagera.
Una muchacha adolescente piensa que en el amor lo único que cuenta es la ignorancia del otro.
Esta otra también exagera.
Un hombre se pasea a media tarde con su sombrero de ala negra atado a uno de sus ojales con una cuerdecita. Se parece a Molloy que se parece a Jacques Moran que probablemente no se parece en nada a Samuel Beckett. Hoy alguien, una mujer que no exagera, vuelve a pensar en Beckett, en lo tontos que resultan algunos de sus personajes (no pienso utilizar la palabra absurdo), en lo triste del bosque y de la búsqueda, en Molloy. Ahora se debate entre Muere Malone y Fin de partida, ¿completar la trilogía o hincarle el diente a uno de sus géneros estrella, el teatro? En realidad la disyuntiva no lo es tal, leerá uno y luego leerá el otro.
El primero será el que antes consiga ponerse de pie, el que se seque antes al sol, el que más brille.
La mujer lee porque su cocina apesta, las cañerías van a reventar, lee para alejarse del hedor, porque se ha pasado por la Cafetería Adams, el lugar más inmundo de esa ciudad tropical-andaluza (puagh!, ha pensado la mujer con un mohín) y ha visto como se besaba una pareja de borrachos, intuyo que se moría de envidia, la escena de los clochards de Rayuela la ha llevado (no sé cómo demonios) directamente a Beckett, a la idea de no dejarse vencer por la suciedad de los cielos, por el único trozo de cielo con grúa y color cerdo (sonrosado) que ve desde la ventana de su patio interior. Afirma que lee para no pegarse un tiro. Exagera.
2 comentarios:
esperemos que exagere, biobramini! es un medio tiempo muy guapo, sí o qué. estas hijas de lilith... intocable etiqueta. muy fetén...
j -ng-
Acabo de ver a Malone, está esperando en mi cubil semi-inundado para morir entre tus manos.
B. G.
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