Cierto tipo de personas aparecen siempre ajenas
recluidas en la distancia
en su propia distancia.
Dan la impresión de flotar en sus densos silencios,
extraños por su hermetismo
inquietantes por su facilidad.
Como si esa rara mezcla de lejana intangibilidad,
de frágil inmersión dispersa al respecto de todas las cosas
los situase en un plano distinto.
A veces yo creo entenderlos, creo entender que un día normal
es difícil para alguien con más de tres segundos en la memoria
con algunas docenas de amaneceres en el recuerdo.
Con unas cuantas muescas en el revolver,
fatalmente cargado,
de la desidia y la esperanza.
Supongo que hay tanta belleza y dolor aquí alrededor
que cualquier tipo de equilibrio es ilusorio
irónico.
Es tan difícil cerrar los ojos
imaginar, sentir,
tantos sueños, tantas miradas,
hay tanta gente besándose en medio de la ciudad
en las calles inundadas de gente,
besándose como si el tiempo fuera a terminar allí mismo
pareciera que desean absorer el lejano mar, el viento,
pareciera que el cielo dejase de respirar.
Es tan sencillo reír de dolor
entre tanta miseria, entre tanto gris extendiéndose lentamente
entre tantas partidas perdidas,
que me parece poder entenderlos
ahí
ensimismados en su esquina oscura
rodeados de repisas con delirios y sueños
alguna cajita de recuerdos, viejos y rotos.
Mientras el tiempo sencillamente
fluye espeso, inasible, como si nada...
igual que aquellas chicas de Auster
bailando descaradas al son de un orquesta de cine mudo.
Puedo ponerme en su lugar
parece lo más sensato
si se está siempre en el centro de la tormenta.
Riders on the storm...
José Palacios Ramírez (Poetica seminarii, enero- febrero 2004)
4 comentarios:
Abrir una PS como si nada y encontrarte con esta maravilla... Qué barbaridad, Palas, el poema entre cuadros de escaleras perdidas de Escher... Me consuela pensar que la city tomo el relevo de nuestra vieja PS... Riders on the storm... Ni que lo digas.
me recordó por un momento al poema de pessoa, tabaquería, en la descripción... que bueno palas, que ganas de hacerte una llamada de esas largas... muchos besos.
Magnánimo Versalles. Reitero con L.:
Riders on the storm, en el jodido ojo del culo del huracán.
Cada vez me sorprende más la Poetica Seminarii. En serio que me hubiera gustado estar allí. Me pregunto si admitíais a chicas por aquel entonces o si era algo así como vuestro cuarto propio particular...
Un día nos vamos a sentar y me vais a contar, uno por uno, los distintos mitos fundadores del Club de la Serpiente. Es una historia que llevo mucho tiempo queriendo escuchar, mucho.
¡Ese Palace!
Lili -NG-
y en mi repisa tu
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