Ahora sí, El Patio Maravillas se vino abajo

Hoy no tocaba. De verdad que no. Había en la recámara una reseña de El marco, un cuento de Saki incluido en Cuentos de humor y horror. Un cuento buenísimo del que ya hablaremos. Nos guardamos el tiro. Y lo hacemos porque unos segundos antes de actualizar me llega un correo electrónico de un colega madrileño: Juan, han desalojado El Patio. Mi colega se refiere a El Patio Maravillas, un centro social okupado y autogestionado ubicado en Malasaña. Una noticia jodida. Definitivamente mandamos al furgón de cola a Saki. Me dice, aunque ya lo sabía, que se reunían más de doce colectivos, que se hacían actividades de mil tipos y que tenía una libreteca donde se habían hecho un montón de recitales de poesía, talleres de lectura y cuentacuentos. ¡Vaya si se han portado los Reyes! Desalojo por la mañana y que le den a los dos años de trabajo de barrio, esquisito y apasionado, sin morder el anzuelo de la prensa, de la más fina (la más hija de puta), que les llamaba "okupas buenos", para enfrentarles con el resto de centros más politizados, ya fuesen comunistas o antiautoritarios. Algunos se les echaron encima... Pero ya da igual. Se acabó El Patio, como la Fábrica de Sombreros en Sevilla, un espacio donde Nueva Gomorra estuvo presente. Se acabó El Patio, decimos, pero aquí no ha muerto nada. Como en tantas otras ocasiones, perder un batalla significa ganar dos. La rabia alimenta. La rabia y el espacio, lo que genera hacer que un sitio crezca... Para que ahora te lo tiren todo abajo... La piedra de Sísifo, sí, de nuevo abajo. ¿Pero no fue Camus también quien dijo que no hay destino que no se venza con el desprecio? ¡A volver a empezar, compañeros! ¡Un desalojo, otra okupación!