12 dic 2009

Esos son guapísimos, ¿eh?

Eran las fiestas del barrio y nos asomamos a la ventana como quien se asoma a la torre de un castillo. Solo que nadie nos atacaba... Basta de melancolía.

Retomemos, por ejemplo, la narración con un verso que se me pasó por la cabeza esta noche, cuando a las tres y pico de la mañana acabé la relectura de La parte de los críticos, libro primero del oceánico 2666. México, tu destino. La frase que imaginé mientras pensaba en Norton: eres una especie de mujer mutante. Primera línea de un relato que jamás escribiré... O era un poema... Amalfitano es Dios. Trigonometrías de las que le molan al Palacios. La teoría de los ratos perdidos de no sé quién. Bram y la que escapa lo conocen, creo.

Cierras la puerta. Das un portazo una vez más. Mutas. Eres una dinamitera de la estabilidad. Jaén, Sevilla... En medio de ellas un enorme coche bomba. ¡A tomar por culo todo! Eres la mujer salvaje. Rumbo al otro lado del espejo, Julia, México, Costa Rica, da igual, te llevas los fantasmas en la mochila y esas ganas de arrasar con todo que trazan la frontera de tu verdadera patria. Aquí nos quedamos nosotros, como islotes (testimonios, aunque no de Muchachada) de permanencia, de lo indeleble, aunque no sepamos muy bien de qué demonios hablamos.

Ayer dijiste que el 2009 había sido -creo que lo dijiste así- un año de mierda. Los años puente, pienso, el Comando Nafarroa de tu corazón preparando, impaciente, el que ha de ser tu mayor golpe. ¿Cuántos? 15.ooo kilómetros apenas para perderte. Te echaremos tantísimo de menos... Eres peor que Rocamadour. Eres la madre de la ciudad infierno. 10 de diciembre de 2008: tus ojos se posan en una posibilidad que nada tiene de remota para ti: algo huele a pasos para dar el salto. 14 de diciembre de 2009: una decisión que se consuma. Apenas unas horas para que tu vieja vida, una vez más, estalle en mil pedazos.

Le ponemos fuegos artificiales al pepinazo. Von voyage, Juliette Croûte. Con que extraña facilidad se despide de nosotros lo importante.

5 comentarios:

nueva gomorra dijo...

Gracias, Lot, por ponerle palabras a este sentimiento tuerto y cojo. Parezco la cosa sorda y muda de la selva, Kuntz. Perfecta mañana de mierda (no es para tanto). 13 de diciembre. Me equivocaba al pensar que las partidas siempre habían sido lo mío, un terreno conocido en el que me muevo bien, demasiado. Es mentira. Eso solo sucede cuando es tu pie que camina. Ahora inversión, vuelta de tuerca, ahora permanezco (si es que a este amasijo de tuercas vencidas se le puede llamar permanencia) y es la otra quien se marcha. Tú lo has dicho, Julia es peor que Rocamadú, el sentimiento de las manos de Julia (el tacto) es peor que el pelo mojado de la maga bajo la nariz de Horacio, el olor a humedal de las grandes ciudades centroeuropeas, sus pies, los pies de esas ciudades, el dientecito de ajo. Basta. Basta. 15000 kilómetros de distancia podrían acabar con todo, lo extraño es la certeza de saber que no sucederá, que de una manera remota, ajena, ela hilo de Ariadna se lo lleva esta mujer en el bolsillo, el laberinto, la ciudad, el minotauro (una vez más el minotauro).
Tannnnnnnnnnnnnnnn Rocamadour,
tan.

Sentimentalia S.A. -NG-

julia dijo...

gracias Su Lotarísima... gracias por ese coraje que tienes para tragarte los nudos que a veces nos tragan a nosotros... gracias, gracias, gracias, gracísimas, gracias... y mil veces gracias...

os escribo cuando llegue, me instale y me relaje un poco...

mi piel se ha convertido en la piel del minotauro gomorrita, por lo tanto cabalgais en ella constantemente... cuando sienta, sueñe, vea, fotografíe, escriba, llore o grite lo estaré haciendo con mis hermanos...

os quiero.

Fdo. Gabinete de falta de inspiraciones literarias provocadas por el cansancio, el estado de nervios y la tristeza por las despedidas no épicas.

Anónimo dijo...

aunque lejos siempre ¡presente!

curro jiménez melero

Anónimo dijo...

Julilla, se te extrañará y se te querrá como siempre. angel

EMEN PARMARAKO, ONDO DAGO dijo...

joder espera un poco que llegaba... buen viaje. Te esperamos. ¡Qué alguien la bese por mí! Sergio