13 ene 2009

Tokio Blues. Norwegian Wood


Leer Tokio Blues. Norwegian Wood de Haruki Murakami ha sido como cruzar un río a nado, para luego salir del agua mojada y sin aliento.

El libro tiene un ritmo de estación lluviosa de Japón, un estilo lacónico y ágil, unas frases que van como sentenciando la historia, marcando un tempo muy particular.

Retomando las palabras de Watanabe, un muchacho estupendo, me atrevo a afirmar que Tokio Blues es: «tan bonito como para hacer que las montañas se derrumben y el mar se seque».

He de decir que no siempre fui tan entusiasta con Haruki Murakami. Sputnik mi amor me decepcionó demasiado como para volver a intentarlo, hasta que hace unas tres semanas alguien sembró en mí el deseo de leer el libro objeto de esta entrada.

¿Qué me molestaba de Sputnik mi amor? (porque no era sino eso, una molestia física, un fastidio) Supongo que esa rotunda desnudez de la que hace gala Murakami, su manera de narrar sin tapujos, un exhibicionismo de los sentimientos que me hacía preguntarme dónde el pudor y la caballerosidad literaria.

Y sin embargo, ahora creo entender… con la resaca del libro todo empieza a cuadrar…

Ese exhibicionismo casi corporal es como un prisma o una lupa, una truco narrativo o una forma...

Por otra parte, Murakami no duda en meterse de plano en el cuerpo del lector para provocarle (no tienen más que leer el libro para comprobarlo) verdaderas reacciones físicas, pongamos que a uno le da hambre cuando Midori habla de comida o que el lector respira la carne viva de los cerezos en flor, o se excita contemplando como…

Tokio Blues es, ante todo, una lucha por la vida, por una vida enferma, pero vida. El combate de personajes como Watanabe o Reiko que se oponen a la muerte, más grave aún, al suicidio de una sociedad de destrucción.

Un Tokio que, aquejado por los males de la desesperanza y el hastío, da a luz a un «boxeador», Watanabe, rodeado de curiosos personajes, qué se yo, Tropa-de-Asalto (inolvidable), el descarado dandi Nagasawa o aún la pantera Midori o la mórbida Naoko.

La contienda de Eros contra Tanatos.

Tokio Blues es como una lluvia vertical y continua, como salir de un río…

(Fiel Transcripción de una nota que alguien deslizó esta mañana por debajo de la puerta de mi despacho. Una señal, sin duda. Esta entrada no contiene más que un extracto de la nota que empezaba diciendo: «Estas no son sino las torpes impresiones de una mujer resacosa de palabras y algo desordenada, pero este hecho carece de importancia…»).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta entrada necesita que usted la complete...

Anne D.- NG-

Anónimo dijo...

Aún después de que la luciérnaga hubiera desaparecido, el rastro de su luz permaneció largo tiempo en mi interior. Aquella pequeña llama, semejante a un alma que hubiese perdido su destino, siguió errando eternamente en la oscuridad de mis ojos cerrados. Alargué la mano repetidas veces hacia esa oscuridad. Pero no pude tocarla. La tenue luz quedaba más allá de las yemas de mis dedos".

Pág. 65. Tokio blues. Haruki Murakami. Tusquets. Barcelona: 2007.

Ya sé, ya sé, comillas españolas...

Anónimo dijo...

Si ya lo recuerdo... el bueno de Nagasawa... creo que en 1992 se trasladó a Chile y se operó los párpados; y luego entró a cantar en el grupo Los Tres no? jodido dandy presumido... nunca tenía suficiente

http://es.youtube.com/watch?v=4g9jvY_gMGo

Anónimo dijo...

Motivado por las palabras del compañero gomorrero, sobre todo las que expresaban cierto malestar por la lectura de Sputnik mi amor, desnudez, sin tapujos, exhibicionismo etc., me dije, este escritor es de los míos! me imprimí, -ya se que está mal cuando pueda me compraré el libro aunque solo sea para regalarlo- no Sputnik, mi amor pues no lo encontraba por internet, sino otro: al sur de la frontera, al oeste del sol. PUes en él encontré una novela romántica que engancha y se lee en dos ratos, pero no encontré nada visceral, exhibicionista, etc.. en fin, el próximo será Sputnik...

turbomamadas para todos y todas!