14 ene 2009

La colección errante


La colección errante ha echado a andar. Una serie de cien poemas que van a salir volando en forma de postal, correo electrónico, sms, etc. Una colección que recorrerá los confines del mundo, descansará en los cajones de vuestros armarios, desperdigada, irredenta, también irresoluble para la mayoría de vosotros (o para todos). Poemas que se echarán a morir entre las páginas de vuestros libros, revisas, folletos de publicidad... Poemas que aguardarán su relectura prisioneros en una caja de zapatos donde probablemente guardéis vuestras cartas, vuestros pequeños juguetes viejos, vuestras recortes de prensa casi olvidados...

La colección errante. Una serie, como digo, de poemas cortos, la mayoría brevísimos, algunos haikus o caras b, minúsculas, de una producción poética de más de diez años. Poemas que irán a parar a destinatarios que ni tan siquiera podrán reconocerse alguna vez; cada uno con un puñado de poemas sueltos.

Un libro de poemas troceado, fragmentario. Un libro de poemas hecho a la medida de la biblioteca de Nueva Gomorra (que se extiende irremediablemente por vuestros propios estantes, vuestras mesitas de noche o esa repisa de la cocina donde habéis colocado los libros para aprender a guisar). Cien poemas que han levantado el vuelo, no como palomas mensajeras, sino como ovnis que quisieran abduciros en el acto, con la misión de transportaros a un planeta habitado únicamente por gomorritas diletantes que jamás de los jamases perdiesen la curiosidad.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mensaje cifrado del hermano de la sanguijuela dirigido a los habitantes de Nueva Gomorra, fechado en 1869:

"No me verán, cuando llegue mi última hora (y escribo esto en mi lecho de muerte), rodeado de curas. Se que mi aniquilación será completa. He hecho un pacto con la prostitución para sembrar el desorden en las familias. Qué hermoso es contemplar las ruinas de las ciudades; pero más hermoso todavía es contemplar las ruínas de los hombres. Gomorritas: sois un hermoso hematoma en el cuerpo de la tierra. Tristes como el universo. Bellos como el suicidio"

Anónimo dijo...

bravo por el hermano de la sanguijuela, bravo por eso de "qué hermoso es contemplar la ruina de las ciudades; pero más más hermoso todavía es contemplar las ruinas de los hombres".

En 1869 el viejo anarquista Harold Strasser escribió en la esquina de su celda, justo antes de que le colgaran, que "existe una ciudad perdida en las entrañas de la celda, existe el paraíso, y si existe el paraiso existe una pequeña posibilidad, una ligerísima posibilidad de que este saco de mierda que llamamos mundo se pueda escapar por el sumidero de la Utopía".

Anónimo dijo...

También en 1869, pero esta es otra historia; también en 1869, en la isla escocesa de Mainland, el pescador Peter Durvan, recibió una misiva en forma de graffiti.
Apenas amanecía, tímido y brumoso, cuando Peter, ya cerca de su barca, percibió unas letras rojas sobre el lateral de su barquita, la Mary Queen of Scots:
«El grito salvaje de la gaviota será el preludio de tu destrucción».

Unos días después, de madrugada y tal y como le sucediese más tarde a Harold Strasser, a Peter también lo encerraron. La gaviota gritó desesperada. «Comportamiento subversivo y pendenciero (¿quién no?)», escribió con tinta negra un agente en el informe de encarcelamiento de Mr. Durvan. Su vida sí que era una ruina.

Ahora, entre las cuatro paredes de la celda, le venía a la memoria el olor a sangre de vaca que emanaba de las letras descarnadas del Mary Queen.

El juego de un niño, el cuerpo amoratado, al borde del suicidio, un niño que, unos días antes, tras sacrificar salvajemente, con sus propias manos, a la única bestia que habitaba el establo de su casa se decidió, al fin, a ejecutar su plan -una urdimbre tejida de noche, junto al mar, la tormenta de mierda...

Puede ser que, como Strasser, Durvan también pensara, en algún momento de la larga noche de miedos y humedades carcelarias, que la utopía era un sumidero y que, tal vez, la misiva del Mary Queen of Scots fuese un poema, uno de esos poemas errantes de los que tanto había oído hablar en la vieja taberna.

Y sin embargo, también puede ser que el plan del niño John no fuese más que un simple juego, una arbitrariedad, una partida de póquer: el sacrificio, la pintada, el olor de la sangre, el bueno de Peter...

Un precio demasiado alto, ¿no te parece, little John?


A mi padre,
Anne Durvan -Nueva Gomorra-

Anónimo dijo...

(Lotarino se quita el sombrero y le hace una reverencia a Mrs. Bram, hoy en día menos Bram que nunca)

En realidad lo que escribió Strasser es que existe una ciudad perdida en la entrañas de la selva ecuatoriana. Me estoy refiriendo en concreto a la ciudad que la otrora famosa Mrs. Durvan fundase en 1880. No se conoce su nombre, ni el lugar exato de la urbe, pero si se guardan testimonios orales, a veces leyendas, sobre el magestuoso porte de la escocesa, su delicada manera de mandar, de organizar, de militarizar... No se sabe si Strasser conocía la historia real, pero sí, efectivamente, fue de esa ciudad de la que hablaba cuando escribió en su celda lo antedicho.

No obstante, sé que entre la comunidad neogomorrita se encuentran destacadísimos representantes de la nueva arqueología cultural (más algún que otro especialista en autoficción) y no dudo de que dentro de poco podremos elaborar una enciclopedia antropológica de aquella ciudad sin parangón.