16 mar 2014

Recojo frutos...

Fotografía de Curro Jiménez Melero

Recojo frutos de la tierra en el huerto de detrás de casa.
En verano a la costa llegan las naves que cruzan la frente oxidadas y exangües,
casi sin hierro sano que haga que floten
sobre la línea del sol que afila el aire.
Pero aquí crecen tomates y berenjenas,
manos que hacen por brotar.
Descubro calaveras, las beso y las siembro de nuevo.
El peral ha dado y un hilo viscoso y dulce nace en la boca.
Ya han cuajado las calabazas, sonríen,
sin dientes, cuando el cielo se acurruca y agosto se cierra en tormenta.
Los pimientos caen sin derrota a los pies de la mata
y hierve el barbecho a lo largo de la loma
donde la chumbera ha retoñado abortos de higo
y las mimbres se giban con la brisa de la tarde
que cae y besan
en la cabeza al esparto que se estira a la espera.
Ha llegado el otoño y el monte se dibuja de bronce,
hay trazados de oro mate allá donde mires
los castaños ya han parido,
los muchachos bajan la cuesta que lleva a la carretera
con la faltriquera rebosada de cáscaras y grietas.
Se rajarán este año, de nuevo, las granadas con los primeros fríos
y el árbol, se encogerá sobre sus pies,
en el tronco sonríen los primeros níscalos,
las setas de cardo y las colmenillas
que se han abrigado por el musgo de noviembre húmedo.
Invierno hace los huesos pequeños y el hielo se apodera de los dedos.
En la sierra se ven las yeguas sin preñar tristes
y caminan mientras pelan el suelo,
un cangrejo dormirá bajo un guijarro
y a lo lejos canta un ave sin nombre.
La primavera es una mujer que se liba los labios.

Ángel Rodríguez

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