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Esta la tierra seca.
Ves a la mujer dormir
al abrigo del olivo negro.
Sus manos
entrelazadas sobre el
vientre,
su vestido rojo
como un charco de sangre.
No sabes quién es
pero ella es tu esposa.
Cierras los ojos.
No sería malo
―piensas―
morir en este instante.
Te acercas a ella,
te tumbas a su lado.
La tierra tiene tanta sed
como tú
o tu mujer
y te preguntás cuánto
aguantaréis
bajo este sol
dormidos perdidos solos
en las tripas del eriazo.
El viento agita
las ramas del árbol.
Quisieras ver esperanza
donde no la hay.
Cuando ella abre los ojos
te encuentra hablando en
sueños.
Estáis los dos
llenos de hormigas.
5 comentarios:
Me gusta mucho la idea, mucho. Buen final, seco y compacto. Me gustaría un poco más de investigación en las imágenes: por ejemplo, algo distinto a un "charco de sangre" para el rojo del vestido; cuando aparece el rojo últimamente en todo, todo lo que leo hay o sangre o rosas implicadas...
Me gusta mucho.
María
Gran poema, Juan, seco y crudo. Además es raro. Déjate caer más...
Yo sin embargo no le encuentro ningún pero, al contrario, pero es cuestión de gustos y si bien a veces ciertas metáforas están muy usadas, para ciertos temas e imágenes sí que vienen a cuento. Insisto, cuestión de gustos, a mi este me parece soberbio.
María, Roque, Volianihil... Muchas gracias por vuestras aportaciones.
Juanito, un gran poema. me encanta que sea tan seco. Ángel
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