Yolanda me va a matar. Ella me presta libros y yo le doblo los picos a las páginas de los poemas que me gustan, acaso para hacerlos también vuestros. Pero ella tiene la culpa: la sana costumbre de prestarme buenos libros es suya. Qué se le va a hacer. En estas semanas Gracia Morales, una excelente poeta granadina que trabajó en Jaén durante unos años, se dejará caer, con su permiso y el de la propietaria de los libros, por el foro de la ciudad. Ahora os traigo un par de poemas de Manual de corte y confección, su segundo libro. En unos días colgaré otros pocos de un poemario del que he disfrutado este fin de semana lluvioso y frío: De puertas para dentro.
Tu casa
Tu casa suena a caricia de viento
golpeando suavito los cristales.
Suena a campanadas de medianoche
y al insomnio tranquilo de tus muebles.
Tu casa suena a un último cigarro
fingiendo sigilos de humo en tus dedos.
Suena a mi equipaje recién abierto
y a este silencio de pies descalzos.
A veces me acurruco y me quedo quieta
como pendiente de un miedo o un hallazgo
para aprenderme la voz de tu casa
mientras el mundo nos olvida, fuera.
Costumbres
Uno se acostumbra al insomnio
y acaba por reservarle sitio
en un extremo del colchón.
Se acostumbra
a llevar los puños deshilachados,
como el alma
o la memoria.
Uno se acostumbra a que los silencios reboten
sobre los mismos espejos.
Y hasta se acostumbra uno a la costumbre
cuando no queda más remedio.
Tu casa
Tu casa suena a caricia de viento
golpeando suavito los cristales.
Suena a campanadas de medianoche
y al insomnio tranquilo de tus muebles.
Tu casa suena a un último cigarro
fingiendo sigilos de humo en tus dedos.
Suena a mi equipaje recién abierto
y a este silencio de pies descalzos.
A veces me acurruco y me quedo quieta
como pendiente de un miedo o un hallazgo
para aprenderme la voz de tu casa
mientras el mundo nos olvida, fuera.
Costumbres
Uno se acostumbra al insomnio
y acaba por reservarle sitio
en un extremo del colchón.
Se acostumbra
a llevar los puños deshilachados,
como el alma
o la memoria.
Uno se acostumbra a que los silencios reboten
sobre los mismos espejos.
Y hasta se acostumbra uno a la costumbre
cuando no queda más remedio.
8 comentarios:
Y hasta se acostumbra uno a la costumbre
cuando no queda más remedio.
A demasiadas cosas malas nos acostumbramos en esta vida. O nos hacen acostumbrarnos, no lo sé.
Por cierto, ¿sabes si ese libro se puede leer en Internet?
Un saludo.
Que yo sepa no. Un saludo.
Prueba aquí, descargas gratuitas de libros. No la conozco, y promete
http://www.quedelibros.com/libro/53479/Enciclopedia-Corte-y-Confeccion-pdf.html
Jajajajaja, lo siento, no hay nada de ella. Lo que he colgado es puro y duro corte y confección. Disculpas. Esa página no obstante tiene esa función (descarga gratuita libros, si los hay)
Bravo, señor Anónimo, esas confusiones molan.
Interesante propuesta... Lástima que lo del Manuel nos haya confundido un poco.
P.D.: Juan, muy bueno tu poema en 65 Salvocheas.
Roque
me quedo con la lectura que dió Gracia en la más médula, pero estos poemas no tienen desperdicio.Ángel
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