3 dic 2011

Violeta


A veces veo a Violeta paseando,
su falda baila con las medias calle abajo.
Baja, como cada mañana,
con la tristeza entre las orejas.

Violeta avanza por la calle
y se hace pequeña
y leve como un verbo monosílabo,
con su botón colgado
en la camisa mil veces pasada por la piedra del deseo.
Ella pasa su paso en la calle y posa
su peso de huesos ya ceniza de tarde
por las baldosas que bajo ella sonríen
desdentadas.

Yo me haría hormigón
por el placer de tocarla en un abrazo rígido.
Ella serpentea entre ciudadanos
y escapa.

Ángel Rodríguez

6 comentarios:

Isabel Tejada Balsas dijo...

y escapa

Darío dijo...

Es maravillosa, Violeta cuando escapa.

Anónimo dijo...

Lo que más me gusta es esa aparente fragilidad de Violeta, que, sin embargo, es tan poderosa como para atraer al yo lírico, hipnotizarlo casi y, al mismo timpo, para escabullirse de su amago o deseo de abrazo.

Me quedo con esto:

"Ella pasa su paso en la calle y posa
su peso de huesos ya ceniza de tarde"

María

Juan Cruz López dijo...

Tiene muy buena pinta el poemario sobre historias de mujeres...

Anónimo dijo...

María a mi lo que más me gusta del poema es eso mismo. me alegra que os guste...
Violeta, realemente, es una vikinga que pasea por los montes en triquini con unas botas como las de Conan y la espada con la que sus padres cortaron la tarta nupcial.Ángel

alguien dijo...

Me gusta. Me gusta Violeta, que tiene nombre de tanguillo y figura de cuadro de Hopper. Me gustan las mujeres en la poesía.