6 dic 2011

Literatura y supervivencia (11)

Sobrevivir a la autodestrucción. El más salvaje, transgresor y heterodoxo de los escritores de la Generación Beat, fue un superviviente nato. Larga es la lista de los fantasmas que tuvo que sortear a lo largo de su vida, entre los que se encuentran el asesinato fortuito y la adicción a los derivados del opio. Explorador irreductible en busca de estados extraordinarios de la conciencia, experimentó con diversas drogas: bencedrina, ayahuasca, peyote, LSD… Pero su relación más intensa y significativa fue con la morfina y la heroína, sustancias que cumplen un papel importante en buena parte de su obra. Sobrevivió a todos los excesos, que no es poco, y además lo contó.

WILLIAM S. BURROUGHS (1914-1997)

Un posible efecto secundario de la droga -en especial los casos de adicción a la heroína en que el adicto tiene acceso a grandes dosis- es la depresión permanente del cerebro posterior, y un estado muy parecido a la esquizofrenia terminal: falta absoluta de afectividad, autismo, virtual ausencia de actividad en el cerebro. El adicto puede pasarse ocho horas mirando la pared. Tiene conciencia de lo que le rodea, pero carece de connotaciones emocionales y, por consiguiente, de interés. Recordar un período de adicción fuerte es como escuchar una grabación de acontecimientos vividos sólo por el cerebro anterior. Relación escueta de acontecimientos exteriores: "Fui a la tienda y compré un poco de azúcar. Llegué a casa y comí medio paquete. Me puse una inyección de tres gramos, etc." Recuerdos totalmente desprovistos de nostalgia. Sin embargo, tan pronto como el nivel de droga desciende, el flujo de la carencia inunda el cuerpo.

- De El almuerzo desnudo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Particularmente, creo que El almuerzo desnudo está bastante sobrevalorado. No obstante, claro, es un gran superviviente.

Roque

nueva sodoma dijo...

Claro Roque. Esta gente no tiene ni puta idea de nada

Juan Cruz López dijo...

Neosodomos, dejen de joder la marrana.