30 oct 2011

Cementerio de ciudad


La soberbia de los poderosos llega hasta los cementerios
y se transforma en mármoles corintios
y en bronces propietarios.

Hay que plantar en el mundo esta pancarta:
Hay muertos de primera y de segunda,
y muertos que no tienen donde caerse muertos.

El esqueleto de un rico
vale por tres esqueletos
de esos hombres sencillos que cobran los sábados
un jornal resudado de sueños y esperanzas.
Los muertos poderoros
llegan al cementerio con boleto de palco,
y se meten en una urna de mármol separatista,
pensando que las trompetas del juicio final
tocarán para ellos en exclusiva
una hermosa diana floreada.

Un día los despojaremos de esa tierra ofensiva
y haremos una sola tumba igualitaria.
Echaremos al mar los mármoles enojosos
y los bronces orgullosos los fundiremos en el fuego.
A los herederos de los soberbios les manderemos los huesos
de sus antepasados para que los coticen en la Bolsa
con los nitratos, con los hierros, con el carbón y el cobre,
y así podrán vivir, como siempre, de rentas.

Celso Emilio Ferreiro

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