24 nov 2010

La chica de los pies malolientes


Paula vivía en un pequeño pueblo en mitad de la campiña. Cuando llegaba la primavera salía con su abuelo, su cazamariposas y su bote de mayonesa vacío en busca de bichos desorientados. Lo que más le gustaba era encontrar una buena rama caída para poder decapitar los cardos borriqueros que crecían en los bordes de los caminos que llevaban a las huertas, o coger flores de todos los tipos para regalárselas a su madre al llegar a casa. Su casa era pequeña, blanca, con ventanas de madera por las que en invierno entraba el aire que le dejaba la nariz helada si se destapaba durmiendo. En la entrada había dos árboles enormes que daban sombra a la fachada y cobijo a los colorines que todas las primaveras volvían. Andaba por todos lados, saltando, cantando… Rubia, de ojos claros, era una niña preciosa. Siempre salía a la calle a jugar a la comba con sus amigas o a jugar al fútbol con su hermano mayor y los amigos de éste. También se recorría el pueblo en su bicicleta roja, apretando la bocina sin parar. Pero nadie podía imaginar cuál era el secreto que escondía. Sus pies desprendían un olor que se podía comparar a una mezcla de alpechín y patatas podridas. Harta, aquella niña de mirada azul, de no poder desprenderse del olor, decidió planificar el asesinato de sus pies. Cogió una cuerda del gimnasio del colegio donde hacía figuras de plastilina. Se dirigió al patio trasero de su pequeña casa, ató la cuerda a la rama del árbol de donde colgaba su columpio y subió al taburete que utilizaba para llegar al lavabo cuando se lavaba las manos antes de comer. Se ahorcó de los pies, creyendo que los dejaría sin vida y que así dejarían de emanar aquel olor vomitivo. Lo que no sabía aquella pequeña suicida es que en esa postura invertida la sangre le bajaría rápidamente a la cabeza, matando también sus piernas, sus manos, su corazón, su risa, sus saltos…

Julia Cortés (Poetica Seminarii, octubre 2003)

2 comentarios:

julia dijo...

2003? que bueno, casi lo perdía en mi cabeza... esta nena no tendría que haberse colgado, tan solo tenía que haber esperado a que pasara la maloliente adolescencia...

un beso...

nueva gomorra dijo...

Es muy bonito, Cer, aunque es un final muy de la época... Sí o qué...

Cuídate, Turbomortimer