5 jun 2010

Pavese con el látigo

Y entre todas esas delicias que experimento diariamente, quizás la más exquisita sea pensar que todo esto no es sino un parto de una pobre fantasía exaltada, no más que un paliativo, que con la excusa de la fatalidad y de las leyes históricas y de todos esos cristos sólo sirve para recubrir una poltronería sin meollo y una vergonzosa vergüenza de no valer para nada, enmascarando todas esas cualidades de viejo precoz e impotente con poses heroicas a lo Byron, a lo Leopardi, a lo Musset, a lo Ibsen (soy un literarato, ¿sí o no?). Y lo bueno es que me miro en W. Whitman, que no hace más que tronar contra esas debilidades. ¡Si te digo que carezco de un centro, un eje, un cabeza de familia, un dictador que consiga enderezar toda esa chusma de sentimientos y darle una unidad de enfoque, una fuerza de decisión!.

-Cartas, C. Pavese. Alianza Editorial. Madrid: 1973.

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