18 may 2010

Ficciones

Te miras en el espejo
y ves los ojos
de un hombre
que siempre imaginaste
como un pozo
de agua envenenada
(aunque ahora es cristalina).

El sol se postra.
Lo miras de frente,
mientras aprietas el puño.
Dentro de él,
el lápiz
con el que dibujas lo que parece
el mapa de un lugar
donde poder habitar
lejos de los fantasmas.

Anochece.
Te miras las manos
y suplicas al vacío
que en vez de un mapa
no estés trazando
el contorno
de una trampa perfecta.

Juan Cruz López -NG-

2 comentarios:

Randle dijo...

Es de las veces que mejor te he entendido.

Roque dijo...

Juan, ¿tienes algún libro de poesía editado?