Todavía no creo que te guste jugar,
pero lo haces tan bien
que hasta el más sórdido de los deseos
lo conviertes en panaceas celestiales.
A cuántos hombres has aliviado, Betty, con tu sola mirada,
con tu sonrisa dentro de esa foto en blanco y negro,
con tu cuero negro,
con tus rituales tan poco ortodoxos
y que tanto me gustan.
Como me gustaría meterme en esa foto
y dejar que me ataras y me abofetearas
y cuando hubiéramos terminado,
ayudarte con la compra y que me invitaras a café
y hablar, Betty,
que en esta vida no todo son fotos.
Gracias Betty,
por darme un momento de felicidad,
por participar en lo que hoy soy yo,
por esa elegancia que sobradamente has demostrado
en esta, tu representación magistral,
aunque lo critiquen aquellos que te condenan
y luego, en la oscuridad de la noche, hipócritas,
se masturban mirando tu fotografía.
Nuevamente...
Gracias Bettie.
Curro Jiménez Melero -NG-
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