La verdad es que no tenía ganas de contárselo. Aún me sentía un poco mareado y de pronto me había entrado un dolor de cabeza terrible. De verdad. Pero como se le notaba que estaba muy interesado en el asunto, le expliqué un poco en qué consistía esa clase.
En un curso en que cada chico tiene que levantarse y dar una especie de charla. Ya sabe. Muy espontanea y todo eso. En cuanto el que habla se sale del tema los demás tienen que gritarle, “Digresión”. Me ponía malo. Me suspendieron.
-¿Por qué?
-No lo se. Eso de tener que gritar “Digresión” me ponía los nervios de punta. No puedo decirle por qué. Creo que lo que pasa es que cuando mejor lo paso es precisamente cuando alguien empieza a divagar. Es mucho más interesante.
-¿No te gusta que la gente se atenga al tema?
-Sí, claro que me gusta que se atengan al tema, pero no demasiado. No sé. Me aburro cuando no divagan nada en absoluto. Los chicos que sacaban mejores notas en Expresión Oral eran los que hablaban con mas precisión, lo reconozco. Pero había uno que se llamaba Richar Kinsella y que siempre se iba por las nubes. Le gritaban “Digresión” todo el tiempo. Me daba muchísima pena porque, para empezar era un tío muy nervioso, pero mucho, de esos que en cuanto les toca empezar a hablar empiezan a temblarle los labios. Si uno estaba sentado un poco atrás, ni siquiera le oía. Para mi gusto era el mejor de la clase, pero por poco le suspenden también. Le dieron un aprobado pelado sólo porque los otros le gritaban “Digresión” todo el tiempo. Por ejemplo, un día habló de una finca que había comprado su padre en Vermont. Bueno, pues el profesor, el señor Vinson, le puso un suspenso porque no dijo qué clase de animales y de verduras y de frutas producía. Lo que pasó es que Kinsella empezó hablando de todo eso, pero de pronto se puso a contarnos la historia de un tío suyo que había cogido la polio cuando tenía cuarenta y dos años y no quería que nadie fuera a visitarle al hospital para que no le vieran paralítico. Reconozco que no tenía nada que ver con la finca, pero era muy bonito. Me gusta mucho mas que un chico me hable de su tío. Sobre todo cuando empieza hablando de una finca y de repente se pone a hablar de una persona. Es un crimen gritarle a un tío “Digresión” cuando esta en medio de... No sé. Es difícil de explicar.
En un curso en que cada chico tiene que levantarse y dar una especie de charla. Ya sabe. Muy espontanea y todo eso. En cuanto el que habla se sale del tema los demás tienen que gritarle, “Digresión”. Me ponía malo. Me suspendieron.
-¿Por qué?
-No lo se. Eso de tener que gritar “Digresión” me ponía los nervios de punta. No puedo decirle por qué. Creo que lo que pasa es que cuando mejor lo paso es precisamente cuando alguien empieza a divagar. Es mucho más interesante.
-¿No te gusta que la gente se atenga al tema?
-Sí, claro que me gusta que se atengan al tema, pero no demasiado. No sé. Me aburro cuando no divagan nada en absoluto. Los chicos que sacaban mejores notas en Expresión Oral eran los que hablaban con mas precisión, lo reconozco. Pero había uno que se llamaba Richar Kinsella y que siempre se iba por las nubes. Le gritaban “Digresión” todo el tiempo. Me daba muchísima pena porque, para empezar era un tío muy nervioso, pero mucho, de esos que en cuanto les toca empezar a hablar empiezan a temblarle los labios. Si uno estaba sentado un poco atrás, ni siquiera le oía. Para mi gusto era el mejor de la clase, pero por poco le suspenden también. Le dieron un aprobado pelado sólo porque los otros le gritaban “Digresión” todo el tiempo. Por ejemplo, un día habló de una finca que había comprado su padre en Vermont. Bueno, pues el profesor, el señor Vinson, le puso un suspenso porque no dijo qué clase de animales y de verduras y de frutas producía. Lo que pasó es que Kinsella empezó hablando de todo eso, pero de pronto se puso a contarnos la historia de un tío suyo que había cogido la polio cuando tenía cuarenta y dos años y no quería que nadie fuera a visitarle al hospital para que no le vieran paralítico. Reconozco que no tenía nada que ver con la finca, pero era muy bonito. Me gusta mucho mas que un chico me hable de su tío. Sobre todo cuando empieza hablando de una finca y de repente se pone a hablar de una persona. Es un crimen gritarle a un tío “Digresión” cuando esta en medio de... No sé. Es difícil de explicar.
...
Como si no tuviera importancia, esa es la sensación que he tenido cada vez que leía El guardián. Y no es ningún alarde, quiero decir que no me estoy tirando el rollo de que releo periódicamente los clásicos y todo eso, me refiero a que a menudo cuando pierdo el tiempo parado delante de mis libros, en una especie de rito estúpido de adoración, es el libro de Salinger el que acaba en mis manos. Mientras Carmen termina de prepararse para que salgamos, o sencillamente estoy instalado en mi mesa intentando sin éxito trabajar... Y ahí si que releo algún pasaje de los que dejo marcado doblando las hojas. En el caso del guardián pocos, por cierto. Fragmentos como el anterior tienen para mí algo especial, que me parece esta relacionado justamente con lo que comentaba al comienzo, ese tono nada trascendental, El guardián discurre entre un montón de momentos sin importancia, como recuerdos de los muchos que te cruzan la mente en cualquier instante, y es ahí desde donde curiosamente brilla un cierto orden, algún tipo de orden narrativo experiencial que hace su lectura un momento para sencillamente observar las cosas de otro modo. En realidad, si esto fuera cierto, aun en una mínima parte, puede que todo esto trate de cosas importantes, es difícil llegar a saberlo. Ya se, ya sé... ¡¡digresión¡¡
José Palacios Ramírez -NG-
3 comentarios:
Bueno, pues aquí tenemos el homenaje de nuestro Versalles. Si sacáramos la textura del blog y preguntaran que quién la ha colgado, creo que acertaríamos todos. Ese Palace!
P.D.: No veas el emérito del vídeo de Lévi-Strauss, parace de Muchachada.
Es por las digresiones que la vida aparece en los relatos.
Bioy Casares, hombre de uretra tímida, como se definía a sí mismo.
Rectifico: Es por las digresiones que entra la vida en los escritos.
Y sin duda es falsa modestia la autodefinición del buen Bioy.
Publicar un comentario