Aceptaba las debilidades de todo el mundo, pero cuando se trataba de él mismo exigía la perfección, un rigor casi sobrehumano hasta en los actos más nimios. El resultado era la decepción, una atónita conciencia de sus propios defectos, lo cual le empujaba a demandas cada vez mayores respecto a su conducta, lo cual a su vez le llevaba a decepciones cada vez más asfixiantes. Si hubiese aprendido a quererse un poco más, no habría tenido la capacidad de causar tanta infelicidad a su alrededor.
2 comentarios:
Inmediatamente después de La trilogía de Nueva York, Leviatán, un gran libro, enorme. El hombre venido del norte estaría de acuerdo. Creo que es su libro favorito de Auster. Los primeros fueron increíbles, si señor, una saga de librazos donde era muy difícil no perderse, enajenarse. Altamente recomendables también La música del azar, El país de las últimas cosas y El palacio de la luna. Su hija también es bastante recomen... (te guiño un ojo, Palace)
Cómo sois el Palace y tú, a ver, explicaros, ¿qué le pasa exactamente a la hija de Auster?
La música del azar, sí, La ciudad de cristal..., Leviatán aún no lo leí, pero la búsqueda del idioma de Adán es en La ciudad de cristal espeluznante, también el meta de Fantasmas, muy bueno. Sin embargo... como dije del Sputnik, mi amor (qué confusión le creo lo de la impudicia literaria a Mariata ¿os acordáis?), El libro de las ilusiones, brbrbr, ¿el último Auster o las exigencias del mercado editorial o el último Auster?
Buster Keaton -NG-
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