3 feb 2010

El círculo inmanente


Desde hace unos días lo vengo notando.
Una sombra estéril se agita convulsamente en mi mano.
O puede que sean meses, o quizá años. Quién sabe.
Pero ahora que lo pienso detenidamente,
me doy cuenta de que siempre estuvo ahí, acechando.

Cuando intento agarrarla, una especie de desvanecimiento
me invade y la mano dócil se me presenta espantosamente vacía.
Entonces, voy sustrayéndome capas de piel, una por una,
hasta llegar a ella, como perro desesperado escarbando en la tierra.

Nada encuentro, sino millones de anémonas de mar
formando conjuntos imposibles, submundos de una vida
cada vez más subterránea.

Créanme, es un proceso agotador, casi diría hercúleo,
que se repite impúdicamente hasta perder el conocimiento.
Su sola visión resulta ciertamente aniquiladora,
crudamente real, estremeciéndome como ante un puñado
de cabellos cortados.

Despierto ahogado en una desgarradora extrañeza
y la vuelvo a ver ahí arriba, sobrevolando mi frente
como un pájaro helado.
Temerosamente feliz compruebo cómo va descendiendo sobre mí,
a la vez que me sumerjo en una abrasadora voluptuosidad.

Se adentra por el cráneo, ahondando sigilosa
mis surcos cerebrales. En esos momentos,
la siento como una especie de masa multiforme
masticada por cientos de bocas. Atraviesa cada célula
en un viaje milenario de regreso a mi mano.
Va rasgándome por dentro, abriéndose paso
entre cuerpos cavernosos empapados de tierra.
Capilares, venas, arterias…todo se disipa en
un intento de rozar sus fronteras.

Ansío su llegada al punto de partida.
Y cuando esto ocurre, mientras el suelo
huye bajo mis pies, pienso que el día que
consiga atraparla todo habrá terminado.

Alfonso Javier Molino Delgado

2 comentarios:

nueva gomorra dijo...

Supongo que el camino es el destino y que al final del mismo no hay nada. Mira Odiseo.

nueva gomorra dijo...

Concuerdo: el día en que consigas atraparla será la muerte, ya lo decía, de otra manera, un gran lector de Antonin Artaud, el gran Deleuze.

Un abrazo, Moli y gracias por quedarte cerca y reflexivo. Se me ocurre que tu taciturnidad, si acaso puedo decirlo así, es la manifestación externa de tu particular escalera de caracol.

Bram -NG-