15 ene 2010

Uno aquí sentado


¿Sabéis qué es la nada creativa? Es como escuchar, una y otra vez, la misma canción. Y una vez aquí, sólo pienso en destrozar. Destrozar armario, estantería, silla y mesa; destrozar hacia adentro, pulverizar el equilibrio de mis ruinas coronarias; estrangular mi corazón.

No voy a decir mi nombre. Me dedico a cazar mensajes al azar, mensajes que enviaron desde otros lugares, tiempo atrás, mensajes que se extraviaron, que debí alcanzar en cierto punto o en cierto sentido. Algunos mensajes eran lo más importante, encerraban todo aquello que siempre esperé, temí y deseé, a partes iguales. Pero, siempre que caen en mis manos, el accidente se convierte en norma, la norma en un hábito decrépito y olvidadizo, y entonces caigo, caigo y descubro lo que querían decir realmente. Mis días felices caducados. Luego, de seguido, intento sincronizar mis pesadillas en un solo grito, en un solo verso. Y toda mi vida se parece a un folio ensuciado de escritura automática, estancias vacías y tiempos muertos.

Pero entonces me digo: tranquilo, tío, el amor se inventó para dejar pasar la memoria en las mañanas tristes, para rellenar tardes de resaca. Tiene gracia, siempre pensé que la resaca pide amor a gritos. Pero claro, si no hay suerte, se conforma con un poquito más de alcohol. Por ese motivo, algunos hombres ricos en resaca han hecho de un vaso de alcohol el amor de su vida, un amor inseguro, ingenuo y entregado, abierto y mojado al primer roce de unos labios cortados.

Son innumerables las sustancias que pueden llenar un gran barril de resaca, pero su puesta en escena es invariable. La oleada. He sido barrido por oleadas de todo tipo de resacas, y es imposible evitarlas del todo, al final siempre vuelven y te salpican de espuma. Para enfrentarlas, algunos tienen hermanas pequeñas que suben la escalera, en la noche, para hablar con ellos de cualquier cosa. Otros padecen el sueño perpetuo y poseen artilugios que mantienen unidas a familias enteras. Muchos naufragaron en un gran barril de resaca y encontraron el amor en el fondo (da igual, una nueva resaca los persigue lamiendo sus pasos mojados). Y aquellos que apostaron todo a un solo número, apuñalan resacas a carcajadas mientras gira la ruleta. Aunque, para ser sincero, yo pienso que casi todos han hecho de la resaca una droga para olvidar el amor, o mejor aún, del amor una droga contra-resacas. Pero no importa, siempre están de vuelta, el amor y la resaca, con sus crestas coronadas de espuma.

Y uno aquí sentado, no entiende las señales, confunde las lindes, recorre senderos perdidos, descubre tesoros prohibidos, recoge las miradas de un mundo imaginario, para sí, y las convierte en algo estremecedor cuando intenta hacerse entender. Pero no os preocupéis, todo forma parte del mismo plan; y con el tiempo uno llega a acostumbrarse; la resaca (o el amor, no estoy seguro) es el espejo lisiado de los poetas. No perdáis el tiempo.

Ben Goraled -NG-

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que bueno el texto cobosssssss

Juan Cruz López dijo...

sí señor. el otro día intenté desbrozar el ordenata... quitarle morrallismo. en una antigua carpeta encontré texto vuestros, que no sé cómo demonios vinieron a parar a mí... ¿eran futuras colaboraciones para la Poetica Seminari? ¿pajas o diarreas mentales? ¿o acaso texto míos que firmaba con mi nombre y al contrario? este es uno de ellos. viene al pelo, currata, nuestra resaca acostumbrada... buena noche la de ayer. tan buena como el texto.