-¿Sabes cómo se dice eso en latín?
-¿A qué te refieres?
-Sí, a eso que acabas de decir… Nada nuevo bajo el sol.
-Ah, sí, sí lo sé.
-Pues dilo.
-Pero si tú también lo sabes.
-Sí, pero quiero oírtelo decir a ti, anda…
-Está bien: ni hil no vum sub so lem o algo así.
María espació estas palabras.
-Vaya, a veces parece que lo sabes todo.
-Pero si solo sé eso…
-Solo sabes eso en latín, ¿no?
-No, en general, solo sé eso, eso y algunas cosas, pocas más
-¿Cómo por ejemplo…?
-Que nadie es imprescindible.
Se hizo un silencio… Pedro sabía lo de la muerte de Ana, pero no dijo nada.
-No te pongas así, Pedro, no quería ponerte triste.
-No, no es eso, María, es que se me ha hecho tarde, otro día me cuentas lo de tu nuevo amante adolescente, me han dicho que lo llamas Lautréamont, ¿no?
-Sí, es por su piel… tan blanca… Además…
-Un beso, María.
-Lo siento, no era mi intención…
-No te preocupes, es solo que tengo que hacer algo, lo había olvidado por completo, ahora tengo que irme. Hablamos pronto. Cuídate
-Claro. Cuídate.
-Chao.
El teléfono colgó antes de que a María le hubiera dado tiempo a decir adiós. Sintió que algo se le escapaba. Decidió dar un paseo, no le gustaba quedarse en casa con este tipo de sensaciones encima, se pegan a las paredes de los cuartos y luego no te las puede sacar, mejor dejarlas fuera, en el café o donde sea, pero no allí, agarradas a la tripa, no allí.
La puerta se cerró tras ella.
1 comentario:
J U E G O.
A ver hasta dónde llegamos esta vez, que la otra nos quedamos colgadísimos con la historia de la venta de boletos en la biblioteca y aún con aquella otra de un hombre y una mujer en Brasil.
II.
El canal de transmisión es frío. Al menos puedo escuchar tu voz, aunque suenes tan lejos... Los canales de transmisión..., a veces pienso que la culpa fue de ellos, que no es que no seamos capaces no fuéramos capaces no seamos capaces de contar, sino que hay obstáculos, ruido, un sinfín de estrechamientos entre tu boca y la mía. Digo esto y sé que miento como una condenada. Ana...
Creo que me ha sentado bien salir de la casa, hace ya un rato que camino y mi cuerpo empieza a cobrar consciencia de sí mismo...
Los canales de trasnmisión modernos y Roy Lichtenstein. Ana tenía en casa uno de sus cuadros, también harto moderno, quiero decir, contemporáneo. "What's your price?" era el bocadillo que salía de la boquita de piñón de aquella morenaza (¿o era rubia?). Una mujer de armas tomar lanzando la pregunta madre del cordero... Todos tenemos precio, todos. "¿Cuál fue el tuyo, Ana?" "¿Qué precio tuvimos que pagar los demás por tí, Ana?" "Tell me, ¿what's your price?"...
...TO BE CONTINUED...
bRAM -ng-
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