30 mar 2009

Velocidad de los jardines, de Eloy Tizón


Una terminal de aeropuerto es siempre un espectáculo interesante; los vuelos se demoran, los bombones para el pariente que regresa se derriten; familias enteras languidecen al paso de las horas. Durante cierto tiempo fui comisionado para ejercer allí mi trabajo, precisamente cuando todas las instalaciones se estaban trasladando a la parte nueva de la ciudad. Lo que allí quedaba era: aviones desguazados, cabinas telefónicas con el cristal hecho añicos, una cinta transportadora que a veces, sin saber por qué, se ponía sola en funcionamiento. Había salas de espera sin techo en las que llovía todo el día, y un hombre sentado leyendo un libro con agua hasta los tobillos.

1 comentario:

Lotarino dijo...

Incluye un relato, Austin, que me parece uno de los mejores relatos que yo haya podido leer, y que, hasta cierto punto, se parece bastante al relato de C.B. de la Rogne!