I
He recordado tu olor olvidado en la solapa
del traje que colgué en el fondo del armario
y está noche tampoco he conseguido pegar ojo.
II
Así, nacido del fondo hueco de la demencia absorta.
Expulsado al mundo con la fuerza
que una fiera expulsa a un enemigo.
Con los ojos cóncavos,
llenos de miseria que anida en unas cuencas
ya más vacías que repletas
de órbitas crepusculares que juegan,
como los niños en la orilla de la playa,
sin preocupación ni relojes sumergibles
en la arena yerma del silencio.
Salido de una duda con mantones de interrogación,
acabo caminos a medio partir.
Ángel Rodríguez López
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