La pelote sans loi o El ovillo ácrata

Imaginen también que de Nueva Gomorra y de su Colectivo de animación a la lectura Guy Montag nace una extraña sonrisa, un guiño en forma de cadena de paquetes postales que contienen, adivinen, libros.

La idea es romper las barreras espaciales a través de un objeto-palabra que vaya pasando de unas manos a otras, la turbolectura, un concepto gestado, como no podía ser de otra manera, alrededor de una mesa (imaginen el contexto: un grupo de turbolectores, un brasero, un vino a altas horas de la tarde, un recopilatorio de un tal Rorcu Bosco de fondo, una agitación espontánea llena de ¿vida?...).

Pongamos que este nuevo proyecto tiene nombre:

«El ovillo ácrata o La pelote sans loi »,
pongamos también que lo inicia un envío postal que parte desde La Poste en Luxemburgo hasta lugares tan remotos como Espeluy, la Puglia (allí, compañeros, nuestro proyecto haría mucha falta), Hansala, Aquisgrán, el San Petersburgo del señor Bachmachkin[1], el Montevideo de la Maga, el Bogotá de Camilos y Elviras (también personajes literarios a su manera), la Oslo de Nor hijo de Dios, el Buenos Aires de Endorsain [2] ...

Por ahora lo dejamos aquí, pero próximamente recibirán más noticias del turboproyecto disidente de lectura:

La pelote sans loi o El ovillo ácrata.

[1] Léase, si aún no se ha hecho, de manera imperativa El abrigo de Nicolai Gogol. Pueden encontrarlo en un sitio maravilloso llamado Ciudad Seva:

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/rus/gogol/abrigo.htm

[2] Imprescindible para entender la negrura del alma y las astucias de los turboescritores, un nuevo orden mundial loco basado en la opresión de una élite repugnante guiada por un engaño, perdón, autoengaño: Los siete locos, Roberto Arlt.